(Frontiers / Mastertrax)
Después de dos buenos trabajos en estudio como “Rising” y “Elation”, este último publicado hace tan solo unos meses con Terry Ilous sustituyendo a Jack Russell a la voz, estos clásicos de la escena hard rockera californiana presentan ahora este directo conmemorando sus treinta años en la carretera. Un disco que en principio supone todo un ejercicio de nostalgia, desde su título hasta el local donde se grabó el pasado 22 de marzo de 2012 pasando por su contenido, pero que por otro lado aporta la novedad de escuchar a Ilous interpretando los clásicos de la banda ocupando el lugar de alguien tan carismático como Russell, saliendo bastante airoso del envite.
Con un sonido bastante cálido y crudo, sobre todo en las guitarras de Mark Kendall y Michael Lardie, despliegan buena parte de su repertorio más clásico, comenzando con la hard rockanrolera “Desert Moon” perfecta para empezar a atraparnos con el bajo marcado de Scott Snyder y los golpes de caja de Audie Desbrowm, mientras Lardie y Kendall aportan la suciedad precisa para dar ritmo al asunto. Tras una presentación muy “americana” de Ilous, que además de adaptarse perfectamente a los temas dándoles su propio toque personal se muestra como un buen frontman y comunicador (aunque algo histriónico como pudimos comprobar con sus XYZ en el pasado Firefest), continúan con “Lady Red Light” en la que se dejan notar levemente unas teclas a modo de colchón que soportan su melodía de guitarra y su buen estribillo.
Nueva charlita de Ilous y aires más polvorientos para el intenso y seco medio tiempo “Face The Day” donde se insinúan con sonidos setenteros, para pasar directamente al blues lento de “House Of Broken Love” que hacen como pocos dentro del hard rock dejando un intenso momento lleno de esencia, para llevarnos después hasta uno de sus mayores hits a nivel mayoritario como fue la preciosa balada “Save Our Love” en la que los sonidos electro-acústicos sobresalen con clase y feeling.
Vuelta a territorio bluesy con las guitarras hablando e insinuándose en la extendida “Mista Bone” que deja un rastro tórrido y aguardentoso, por el que crece la enérgica “The Big Goodbye” en la que se redoblan ritmo y guitarras, como en la convincente “Back To Rythm”, única concesión a los trabajos posteriores al regreso de la banda tras su prolongado parón en los noventa, y que a pesar de la distancia temporal que la separa del resto de temas de este directo, encaja perfectamente dentro su sonido y estructura con su contagioso rollo rockanrolero.
Llegamos al tramo final con sugerente sensualidad que propone en sus primeros acordes, armónica incluida, otro de los grandes hits de Great White, “Rock Me” que rompe a golpe de redoble para relajarse y acelerarse en su desarrollo, alargándose hasta la primera despedida antes de volver con la también extensa “Can’t Shake It” que ataca con su ritmo vivo y festivo, pero que prolongan en exceso con parones y mayor protagonismo instrumental, hasta llegar al cierre con la siempre efectiva “Once Bitten Twice Shy” de Ian Hunter de la que se apropiaron hace ya muchos años y que sigue funcionando bien aunque en este caso apreciándose una respuesta bastante más tímida de lo habitual por parte del respetable.
Disco que como tal no aporta gran cosa (aparte de ser la primera grabación oficial en directo del grupo con su nuevo cantante), uno más de sus muchos directos con un sonido bastante creíble y correcto (parece que han aprendido de la experiencia milivanilesca), y que a modo de grandes éxitos en vivo siempre resulta entretenido como recuerdo.
Mariano Palomo
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