miércoles, 28 de noviembre de 2018

JASON BECKER “Triumphant Hearts”


(Mascot Records)
Impresiona y emociona la capacidad de superación de un hombre como Jason Becker, uno de los mayores talentos surgidos en los ochenta de la inagotable factoría de guitar heores de Mike Varney, y que después de un tremendo comienzo de carrera en bandas como Cacophony o junto a David Lee Roth, vio truncada bruscamente su progresión cuando hace ya casi tres décadas fue diagnosticado con la terrible E.L..A. (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Una enfermedad que en la mayoría de los casos hunde a quienes tienen la desgracia de padecerla teniéndoles postrados y prácticamente inmóviles, pero que en el caso de Jason no ha podido con él ya que ha seguido creando y componiendo ayudado de la tecnología.
Y lo que ahora nos encontramos es una maravillosa remesa de piezas surgidas del talento del señor Becker, ayudado y arropado por un fantástico elenco de amigos, comenzando por otro grande de las seis cuerdas, Marty Friedmann junto al que parió aquellas frenéticas entregas con Cacophony, volviendo ahora a trabajar juntos en clave más relajada poniendo un precioso solo al tema que da título a este disco “Triumphant Hearts”, preciosista y evocador ejercicio de sinfonismo rodeado de violines con un puto bucólico que bien podría encuadrarse en alguna banda sonora.
Al igual que este primer tema, la mayoría son instrumentales, aunque también los hay con participación vocal, como la suave y envolvente “Hold On To Love” que transmite serenidad con la cálida voz de Codany Holiday rodeada de arreglos de cuerda, embaucadores susurros soul y delicados toques de guitarra, una preciosidad que aparece remezclada también por Chick Zwicky en una versión más breve con mayor carga góspel en sus melodías de voz.
Los otros dos temas cantados son “We Are One” y “Blowin’ In The Wind”. El primero un tema animado con buenas aportaciones corales entre ritmos funkies, con sintetizadores y bajos marcados entre los que se cuela la sugerente y áspera voz de Steve Knight compartiendo protagonismo con los incisivos aportes de guitarra del propio Jason Becker. El segundo es una revisión del clásico de Bob Dylan en clave acústica y ralentizada resultando muy intimista con la profunda voz de Gary Rosenberg recitando sobre delicadas melodías instrumentales con toques slide .
El resto de los temas ya son todos instrumentales ofreciendo un amplio rango, dominando las piezas evocadoras enriquecidas por arreglos orquestales como “Fantsy Waver” elaborada composición de inspiración oriental llena de bonitos detalles bucólicos, o “Once Upon a Melody” en clave fabulística marcada por suaves tintineos y melancólicos violines.
Impactantes resultan las extensas “Magic Woman”, una delicia en la que ponen su magia Uli Jon Roth y Chris Broderick creando una lograda alternancia electroacústica en su parte final, o “Valley Of Fire” por la que desfilan nada más y nada menos que Michael Lee Frinkins, Steve Vai, Joe Bonamassa, Paul Gilbert, Neal Schon, Mattias IA Eklundh, Marty Friedman, Greg Howe, Jeff Lomins, Ritchie Kotzen, Gus G., Steve Hunter y Ben Woods, aportando cada uno de ellos breves pinceladas de su arte para disfrutar de sus nueve minutos de duración llenos de distintos colores de guitarra sobre una discreta base a ritmo atemperado, puro deleite musical pleno de clase e intensidad.
Entre medias dos versiones del medio tiempo “River Of Longing”, una primera en la que brillan con luz propia las guitarras de Joe Satriani, Aleks Sever, Steve Morse y Guthrie Govann desplegando feeling y virtuosísimo, y que se ve replicada por  la segunda versión con Trevor Rabin a las cuerdas resultando más desnuda en onda new age sin apenas base y con bonitos detalles slide. Dos versiones distintas pero igualmente atractivas.
También hay momentos para más cañeros con “Taking Me Back”, de ritmo vibrante creando un sonido hard rockero y virtuoso con el titular de la obra haciéndose cargo de todo, al igual que en la bluesy “Tell Me No Lies” que pierde algo de brillo por su sonido maquetero, aunque también acaba por resultar atractiva, tiene pinta de ser más una prueba inacabada que una composición plenamente redonda.
El final lo pone una breve sucesión de balbuceos y risas infantiles que terminan diciendo “You Do It”.
Y sí, Jason, lo has hecho, has redondeado un fantástico disco lleno de sentimiento, calidad y esfuerzo. Brindo por ello.
Mariano Palomo