(Limb Music)
En mi opinión hace ya bastante tiempo que el power metal en general, y el más sinfónico y pomposo en particular, no pasa por sus mejores momentos. Quizá por una saturación excesiva de la escena en su momento que se llenó de lanzamientos faltos de imaginación y originalidad, surgiendo grupos que apenas han tenido trascendencia con el paso del tiempo; o simplemente porque la gente ha crecido y se ha cansado de ellos comparándoles con los italianos Rhapsody (referentes absolutos del estilo que tampoco creo que estén en su estado más brillante, a pesar de su cambio de denominación añadiendo el “Of Fire” a su nombre hace unos años). Pero todavía quedan formaciones fieles a este sonido que tratan de aportar algo más que múscia para bandas sonoras a los fans del denominado “Hollywood Metal”. Es el caso de estos belgas llamados Magic Kingdom, a los que descubrimos en 2004 cuando sacaron su segunda entrega “Metallic Tragedy”, precedida de su debut discográfico en cinco años bajo el título de “Arrival”, y sucedida ahora por este “Symphony Of War”. Un título que refleja acertadamente el contenido de lo que encontramos en el disco, power metal lleno de arreglos y estructuras sinfíónicas, de temática épica y guerrera, salpicado por algunos momentos más crudos y directos. Dividen la estructura del disco en dos partes, la primera de ocho temas con entidad propia e independiente, y la segunda a modo de historia conceptual de cinco partes desarrollando una atormentada ficción durante casi media hora. Entre los temas de la primera mitad econtramos épica y pomposidad pura en la inicial “Symphony Of War” donde el doble bombo de Freddy Ortscheid machaca junto a unas teclas de Phil Gioradana que llenan sobre una más discreta participación del vocalista Olaf Hayer (Dyonisus, Luca Turilli) y del guitarrista y líder del grupo Dushan Petrossi (también en Iron Mask), repitiendo la fórmula Rhapsodiana en la más barroca “Evil Magician” dotada de buenos coros y mayor dinamismo, en la más sencilla e igualmente pomposa “In The Name Of Heaten Gods”, o en la más atemperada, guerrera y dramatizada “I’m A Lionheart”. Menos recargadas y más oscuras aparecen la rápida y machacona “Million Sinners World”, la cruda “We Rise” de aires tenebrosos en los que tiene que ver la participación de la voz gutural de Roma Siadletski, que vuelve aparecer en la tétrica y atropellada “Unholy Abyss” barnizada de un ligero toque operístico con unos curiosos coros en latín. Dejo para cerrar esta primera parte del disco la sólida y acelerada “Monte Cristo” que es de las que más me han llamado la atención por sus arropodas y profundas voces junto a unos buenos sonidos barrocos de guitarra y teclados. La pieza conceptual “Metallic Tragedy – Chapter 2: The Holy Pentalogy” es puro epicismo y teatralidad, desde su primera parte “Through The Sea Of Ice / Quest For The Holy Light” que se inicia con unos coros y teclas marciales seguido de una orquestación misteriosa y una grave voz en tono narrativo. La segunda parte “Before The Apocalypse / War Of The Black Angels”, más extensa, crea un ambiente plomizo y lírico con la participación de voces femeninas contrastando con la opaca de Siadletski, con monetos desgarrados y dramáticos, que se suceden en la tercera parte “At The Gates Of The Last Mystic Dragon Land” con un ritmo más rápido y descoordinado. Suavizan la atmósfera con los sonidos orquestales evocadores muy de banda sonora en el inicio de “Resurrection Of The Wizard / With The Gods Of Egypt On”, que rompe en su segunda parte con voces líricas e instrumentación inquietante a lo Kamelot. El cierre tanto a la pentalogía como al disco lo pone la pomposa y cabalgante “Tournament Of Hell” en un ejercicio de power metal épico en su máxima expresión y con todos sus elementos característicos. No se si es porque hacía tiempo que no escuchaba un trabajo de este género, o por su auténtica valía, pero el caso es que este tercer álbum de Magic Kingdom me ha parecido interesante y entretenido, y creo que puede agradar en buen grado a los seguidores de las sagas power metaleras de espadas y dragones.
Mariano Palomo
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