(Frontiers / Mastertrax)
El señor Gary Cherone nos sorprendió gratamente con su versátil y potente voz hace un montón de años cuando le descubrimos junto al gran Nuno Bettencurt en Extreme. Pero también es responsable de particpar en dos de los mayores fiascos que se han perpetrado en la historia del hard rock, el cuarto trabajo de los propios Extreme “Waiting For The Punchline” y el indigerible “III” de Van Halen en el que entró sustituyendo a Sammy Hagar. Por lo tanto a la vista de estos antecedentes lo mínimo que pueden surgir son ciertas dudas a cerca de lo que podíamos encontrarnos en este nuevo proyecto del vocalista americano. Y una vez escuchado la me da la sensación que a Mr. Cherone y compañía se les ha ido la mano en lo que a originalidad y extravagancia se refiere, muy por encima de la calidad que ofrecen. Temas sin excesivo lustre simplemente efectistas como la inicial “Just War Theory” que apenas se sostiene en su ritmo sobre unas rasgadas guitarras a lo Lenny Kravitz a cargo de Markus, hermano de Gary, la más densa y moderna “Stillborn”, o la lenta y bastante prescindible “Painter Paint” de nulo ritmo. Algo más aprovechables me parecen la curiosa y punzante “Love Thy Neighbour” con un deje de voz desgarbado y displicente más cercana a Extreme, la más experimental y viva “Kaffur (Infidel)” con unas originales voces dobladas, o la acústica animadilla “Jesus Would You Meet Me” que va cogiendo cuerpo con la entrada de la percusión de Dana Spellman para acabar teniendo un regusto redneck de la América profunda a base de slide guitar. Cumplen sin más la decadente “Set Me Free” que se salva por su buen estribillo, y la suave y agradable “Beyond The Garden – Kicking Against The Goads” que acaba acelerando en su tramo final. El resto es prácticamente obviable por completo, desde “Just War Reprise” a ritmo de reggae pastelero, hasta las insulsas “”The Murder Of Daniel Faulkner (4699)” en clave de cantautor a lo Dylan, “Tolerance Song” que no me dice absolutamente nada con sus voces artificiales, o “Slave” pesada y densa con ganas. En fin, que me da la sensación que este disco ha sido más que nada un divertimento familiar, algo parecido a lo de Tony Harnell con The Mercury Train, y que posiblemente ya hemos visto la mejor versión de Gary Cherone y que si la recuperamos será, si las hay, en próximas entregas con Extreme.
Mariano Palomo
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