jueves, 12 de mayo de 2016

BLACK STONE CHERRY “Kentucky”

(Mascot Label Group)

El pasado uno de abril se ponía en circulación el quinto trabajo en estudio de los norteamericanos Black Stone Cherry, primero con el sello Mascot tras abandonar Roadrunner. A lo largo de su trayectoria el cuarteto ha mantenido la misma formación, Chris Robertson (voz y guitarra), Ben Wells (guitarra), Jon Lawhon (bajo) y John Fred Young (batería), desde que sorprendieran a principios de siglo con su hard rock sureño actualizado que poco a poco ha ido endureciéndose y modernizando, pero sin perder toda su esencia sureña.
Seguramente con este “Kentucky”, haciendo referencia a su estado natal, recuperan algo de esa esencia primigenia, pero me siguen sonando excesivamente “alternativos” para entendernos, parecidos por momentos a las bandas que triunfan en el género como Nickelback, Daughtry o Shinedown, que sin estar mal nunca han acabado de llenarme. Pero afortunadamente Black Stone Cherry todavía mantienen parte de ese ramalazo original y diferente que se deja notar en algunas de sus composiciones, siempre enérgicas y poderosas, con las guitarras de Robertson y Wells altamente distorsionadas recrudeciendo las melodías de voz del primero que tiene un alto grado de expresividad y dramatismo en sus interpretaciones, siendo uno de los elementos fundamentales del sonido del grupo.
Todo esto comparece claramente desde el inicio en la arrogante “The Way Of The Future” con una pegada tremenda perfecta para su áspero desarrollo, bien secundada por la no menos rotunda y desafiante “In Our Dreams” en la que Robertson va de la calma a la fiereza rasgando su voz, al igual que en la más pesada “Shakin’ My Cage” en la que dentro de una orgía de distorsión matizada se deja notar muy ligeramente la vena sureña, aumentando notablemente en la más resultona “Soul Machine” con unos buenos coros femeninos completando en el estribillo junto a unas guitarras más ligeras.
Junto a este, otro de los temas que más me ha convencido ha sido el descarnado medio tiempo-balada “Long Ride” con bonitos y expresivos arreglos de guitarra que sin perder dureza aportan también cierta ternura y melancolía, antes de sorprender con una agresiva versión del clásico de la Motown “War” vía Bruce Springsteen, tras la cual atacan con una pesadísima “Hangman” en la que sus densísimas guitarras se aligeran algo con la melodía vocal de su áspero estribillo.
Se recupera chispa y frescura con la divertida “Cheaper To Drink Alone”, que con su curioso riff y sus reminiscencias redneck resulta bastante asequible y festiva, volviendo a endurecerse con la poderosa “Rescue Me” con unas potentísimas guitarras ligeramente matizadas por algunas melodías de voz dentro de un desarrollo bastante dinámico, que se relaja en “Feeling Fuzzy” de tempo medio, con partes vocales tratadas con efectos megáfono y con un agresivo solo de guitarra.
Continua la distorsión de alto octanaje en la densa “Darkest Secret” demasiado pesada con algún detalle cibernético que tampoco aporta demasiado, aclarándose un poco el panorama con la atormentada “Born To Die” alternando riffs duros y acordes claros dentro de un tempo medio más relajado pero con cuerpo recordando bastante a los citados Nickelback.
Nos dejan para el cierre otro de los temas que más me han gustado, “The Rambler”, un bonito y profundo corte acústico adornado por unos melancólicos detalles de violín y cello que completa un disco más que correcto, pero sin llegar para mi gusto al nivel de atractivo de los inicios de la banda.
Mariano Palomo

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