(Frontiers / Mastertrax)
Jeff Cannata es sin duda una de las figuras de culto dentro de los círculos del A.O.R. Con una selecta cosecha de álbumes que se inició a principios de los 80’s, primero como Arc Angel y posteriormente alternando esta denominación con la de su propio apellido, este compositor, productor, cantante y multinstrumentista nos ha dejado joyas para el recuerdo del calibre del propio debut discográfico homónimo como Arc Angel en 1983 o el fantástico “Watching de World” como Cannata diez años después.
Especialista como pocos en unir el A.O.R. de rasgos pomposos con el rock sinfónico más nítido y cristalino ahora regresa al primer plano de la actualidad musical con otro gran trabajo en el que vuelve a mostrar su talento y clase consiguiendo redondear un disco a la altura de sus mencionados predecesores, curiosamente también una década después. Parece que los mejores momentos creativos de Jeff se producen en ciclos de diez años, ya que sus trabajos intermedios, sin ser para nada malos, no llegan al mismo nivel de brillantez.
En este nuevo CD de Arc Angel una vez más Cannata se encarga prácticamente de todo, desde la composición a la producción, pasando por toda la base instrumental y vocal, ayudado por buenos colaboradores prácticamente desconocidos para el gran público salvo el caso de Jimi Bell (House Of Lords) que junto a otra media docena de guitarristas, tres teclistas y un bajista, aportan su granito de arena para completar un puñado de envolventes composiciones.
Se abre el disco con el tema título “Harlequins Of Light”, con unas combinaciones de sonidos de telcados alternando acústicos y sintetizados dando pomposidad y cuerpo a una evocadora melodía rota por algunos afilados aportes guitarreros, quedando en su conjunto un sonido gordo y épico de cadencia pesada pero cristalina. Aumenta notablemente a continuación el ritmo con la pegadiza y comercial “As Far As The Eye Can See” corte luminoso y alegre que me recuerda a Asia con unos preciosos adornos de teclas y guitarra salpicados junto a un estribillo claramente ganador.
La más lenta “War (Battle Wounds Of Life)” vuelve a tener un brillante estribillo emboscado entre guitarras electro-acústicas, marcados pianos, técnicas percusiones, y líneas vocales recitantes con la siempre personal y reconocible voz de Cannata en clave casi narrativa, acentuándose esta veta en la más viva “Voice Of Illuminati” dotada de una tremenda profundidad que nos puede llegar a llevar hasta los Magnum más sinfónicos como la fabulística “Legend Of The Mary Celeste” ambas con delicioso protagonismo del trabajo de teclados, bajando de ritmo en la intimista “Through The Night” decorada por unos delicados sonidos acústicos y de cuerda para que el protagonista luzca su capacidad interpretativa vocal.
Aumenta el ritmo con retazos cercanos al progresivo en la animada “Amnesia (The Rest Of Your Life)” con unas percusiones y arreglos de teclados que podríamos denominar casi de tribales creando una evocadora ambientación a lo Marillion que también comparece pero con más delicadeza en la compacta “Diamonds And Gold” con unos preciosos toques de guitarra. Pasando a terrenos algo más rockeros encontramos la colorida “California Daze”, pegadiza, con buenos matices y repuntes que convencen dentro de una elaborada sencillez, como sucede en la más básica “Tonight… Forever” con una percusión desnuda sustentando unas buenas voces dobladas y unas pomposas andanadas de teclados que rompen por sorpresa su estructura rítmica, y en la optimista “Get To You” con unos sonidos de órgano de la mano de Jay Rowe que le dan un toque setentero que encaja magníficamente con los rasgueos acústicos marcados por David Coe.
Queda lugar para el recuerdo con “Fortune Teller 2”, reencarnación del tema original aparecido en “Watching The World” y que recuperan con algunos retoques pero manteniendo su mágica esencia que impregna todo este “Harlequins Of Light” que supone un nuevo monumento musical recomendado para todo el que le guste el A.O.R. en su vertiente más sinfónica, o el rock sinfónico en clave más accesible.
Mariano Palomo
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