(Frontiers Music)
Lejos, muy lejos, quedan los tiempos
de esplendor de los norteamericanos Steelheart
cuando a principios de los noventa se marcaron dos notables trabajos que les hicieron
recoger el reconocimiento de un público que les llevó a lograr unas muy
respetables cifras de ventas convirtiéndose en uno de los grupos más
reconocidos de los últimos coletazos de la escena hard rockera antes del lamentable
cambio de escena que se produjo con la irrupción del deprimente grunge. Y a la
vista, más bien a la escucha, de lo que nos vienen ofreciendo últimamente con su
vocalista, líder y único miembro original que permanece en la banda, Miljenko Matijevic, parece que se
quedaron más en aquella etapa oscura que ya iniciaron con su tercer trabajo “Wait” (1996) que poco tenía del brillo
de sus predecesores.
Ahora, acompañado por una
formación que empezó a gestarse en 2006 con Uros Raskovski a la guitarra, Rev
Jones al bajo y Mike Humbert a
la batería, nos ofrece este “Through a
World a Stardust” que desde luego no creo que satisfaga excesivamente a los
seguidores de los primeros Steelheart,
más bien todo lo contrario. Poco o nada queda del dinamismo y pegada que había
en sus composiciones primigenias, ha desaparecido la diversión que proponían
aquellos temas plenos de ritmo y llegada con los que sin complicarse excesivamente
la vida y sin necesidad de ser los mejores músicos del mundo eran capaces de
hacernos mover el pie y el cuello siguiendo su ritmo.
Lo que nos encontramos en este nuevo
disco es otra cosa, que a mí no me dice prácticamente nada, pero que seguro que
habrá a quien pueda convencerle, unas ambientaciones en general opacas, sin
chispa, y donde los sonidos alternativos y sombríos prevalecen sobre los
elementos hard rockeros que, aunque en mucho menor medida, también los hay.
Comenzando por la voz de Matijevic,
que sin ser tan excesiva e histriónica como la de hace veinticinco años, por
momentos pasa por ser de mejor del disco en unos tonos más discretos pero
consiguiendo algunos registros interesantes, aunque perdiéndose en la
mediocridad de sus composiciones. De hecho, el inicio con “Stream Lines Savings”
parece querer ser un intento de recuperar la energía de antaño recordando
ligeramente a algún tema de la banda sonora de Rock Star por cómo ataca su comienzo pero se queda en eso, en un infructuoso
intento, embarullado, angustioso, pastoso que no llega a nada.
Con “My Dirty Girl”, tres cuartos
de lo mismo, con la voz sinuosa y matizada entre opacas guitarras que se
dinamizan mínimamente subiendo el ritmo con un solo del recientemente fallecido
Kenny Kanowski, pero con un
resultado bastante insulso, como lo es la cadenciosa y pesada “Come Inside” con
un rollo alternativo monótono y sin gracia que me recuerda a una versión pobre
de Smashing Pumpkins que no es que
sean precisamente santos de mi devoción, así que imaginaros lo que me gusta el
temita en cuestión. Casi lo mismo que “My World” pesada, oscura, cavernosa, de
guitarras monocordes y pesadas, un tostón.
Se suaviza y aclara el sonido en
la lenta electroacústica “You Got Me Twisted” que sin ser nada del otro mundo
destaca por su descarnada interpretación vocal a pesar de su linealidad, como sucede
en la más elaborada “Lips Of Rain” que ha terminado por ser la más rescatable
por sus melodías de voz y sus acertados arreglos orquestales de cuerda a cargo
de Anthony Weeden y Stockholm Strings, que también aparecen
en la intimista “With Love We Live Again” donde la acústica se rasga junto a la
engolada voz de Matijevic resultando
al menos agradable.
Este pequeño oasis desaparece
para volver al rollo moderno con la insustancial “Got Me Running” en la que las
guitarras son de lo más discreto sobre una base marcada pero sin fuste, seguida
por la no menos hueca “My Freedom” en la que los arreglos orquestales vuelven a
ser lo más remarcable dentro de su sosería, antes de cerrar definitivamente con
otra pieza lenta e intimista “I’m So In Love With You” irrumpiendo con cuerpo la
atormentada voz del líder de la banda pero resultando sosa como ella sola.
En fin, una pena de disco, con un
par de momentos rescatables y que en mi opinión hubiera sido mejor que hubiera
sido lanzado como un trabajo en solitario de Miljenko Matijevic más que como esta versión 2.0 de Steelheart que no hace más que provocar
una enorme añoranza de la original.
Mariano Palomo
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