martes, 8 de mayo de 2018

STRYPER “God Damn Evil”


(Frontiers Music)
Los apóstoles del heavy metal siguen difundiendo su mensaje cada vez con más agresividad y poderío, esta vez a través de once nuevos capítulos insertados en una nueva entrega donde nos muestran su versión más dura y afilada como venían haciendo desde su contundente regreso en 2005. Manteniendo sus habituales melodías y estructuras, siguen golpeando con una tremenda fuerza, con un Michael Sweet una vez más enorme en su ejecutoria vocal y como guitarrista acompañando a Oz Fox, dejándonos algunos de los pasajes más crudos y afilados de la discografía del grupo. Están a la altura como corresponde Robert Sweet golpeando con su habitual contundencia los tambores, y el recientemente incorporado Perry Richardson (ex Firehouse) para sustituir más competentemente al inestable bajista Tim Gaines.
Empiezan este nuevo disco de forma frenética con la sombría y durísima “Take It To The Cross” que puede resultar algo rallante con su estridente estribillo machacón gritado por Matt Bachand (Shadows Fall) pero que no desluce la magnífica pegada de su base y sus buenos desarrollos de guitarra. Empiezan a resultar más reconocibles con la más rítmica y melódica “Sorry”, con unos enormes coros marca de la casa en su estribillo y con un original solo de guitarra como remate, resultando más dinámicos con los acordes de “Lost” dejando el bajo marcado dentro de un curioso contratiempo entre el que se cuelan las agudas subidas tonales de Michael Sweet.
Llegamos al tema título “God Damn Evil”, puro Stryper, con esa afinación medio sucia que encaja a la perfección dentro de unas espectaculares melodías de voz que suben para romper en un estribillo ganador algo arrogante que se queda a la primera. Algo más me costó asimilar la sombría “You Don’t Even Know Me” pero a base de darle oportunidades ha terminado por convencerme por su riqueza de armonías dentro de una embaucadora y atormentada ambientación, que en cierto modo se prolonga en la evocadora “The Valley” tremendamente expresiva en su interpretación vocal y más básica pero eficiente en su marcada rítmica.
Meten de nuevo velocidad y ritmo en “Sea Of Thieves” de original riff y cuidados coros que llegan a un buen estribillo potente y melódico sonando como una versión actualizada de los primeros tiempos del grupo, resultando más lineales en la atemperada “Beautiful” correcta en sus guitarras pero algo plana en sus desarrollo hasta que aparece el estribillo subiendo con unas bonitas melodías vocales. Unas melodías que son protagonistas también en las guitarras del envolvente medio tiempo “Can´t Live Without Your Love” donde sus enormes coros acompañan la estremecedora voz de Michael, con un punto justo de desgarro para dotarla de mayor intensidad.
Llegamos casi al final con el corte más hard del disco “Own Up” composición de ritmo marcado y polvoriento que puede recordar los trabajos del cantante junto al guitarrista George Lynch, o a los propios Lynch Mob, y que sin estar mal no me acaba de conquistar. Para cerrar un corte más rápido y convincente “The Doesn’t Live Here” que ataca furioso y afilado para rematarnos haciendo corear su pegadizo estribillo lleno de rabia que golpea entre trabajados arreglos de guitarra que me recuerdan a la época ochentera del gran Akira Takasaki (Loudness).
Otra competente obra para seguir reclutando fieles a la causa, en mi opinión a la altura de su anterior trabajo “Fallen” (2015) pero ligeramente inferior a su buenísimo “No More Hell To Pay” (2013) con el abrieron una brillante trilogía en esta última década.
Mariano Palomo

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