martes, 8 de agosto de 2017

QUIET RIOT “Road Rage”

(Frontiers Music)

Desde 2006 cuando lanzaron “Rehab”, su último trabajo con Kevin DuBrow a la voz un año antes de su muerte, poco o nada había sabido a cerca de Quiet Riot. Una banda que saboreó las mieles del éxito en la época dorada del hard rock americano a mediados de los ochenta, que apenas sobrevivió en los noventa y que ha caído prácticamente en el olvido en el siglo XXI, aunque ha intentado repuntar con cambios de formación y en algún caso de orientación musical que desgraciadamente no les llevaron demasiado lejos.
De hecho, incluso años antes de la muerte de DuBrow, el único miembro fijo en el grupo ha sido el batería Frankie Banali, alternando en los tambores también con W.A.S.P., quedando poco de la formación que sabíamos de memoria en los mejores tiempos de la banda junto a Carlos Cavazo (Ratt) y Rudy Sarzo (ex Whitesnake, ex Ozzy, ex Dio), si bien el bajista Chuck Wright (ex House Of Lords, ex Giuffria) ya grabó el álbum “QR III” (1986) y ha ido entrando y saliendo del grupo volviendo para reintegrase en esta última etapa. Así las cosas, acompañan a Banali en este nuevo trabajo, además de Wright, el guitarrista Alex Grossi (ex Bang Tango, ex Adler’s Appetite) que ya lleva más de una década en el grupo, y el joven James Durbin surgido en el concurso televisivo de nuevos talentos American Idol.
¿Y el resultado final en forma de disco de esta nueva alineación? Pues bueno, no está mal, pero dista mucho de los mejores trabajos de la banda. Bien es cierto que Durbin aporta la frescura de su juventud, no llega a la treintena, y no lo hace nada mal, Banali sigue siendo un referente a la batería con su característica pegada, Wright también notable, y Grossi mejor que en directo, al menos la única referencia que tengo yo de haberle visto en vivo en una de las últimas actuaciones de DuBrow dentro del Sweden Rock de 2007, donde estuvo bastante flojo.
Los temas en general son entretenidos, unos con más garra y gancho que otros, algunos espesitos y sin mucha chispa, y otros que simplemente cumplen. Empiezan realmente bien con “Can’t Get Enough” hard rock marchoso, de guitarras sencillas con mucho rollo, con un punto ochentero festivo en la interpretación vocal de Durbin rejuveneciendo el sonido del grupo, siendo de lo más resultona con su estribillo claro y sus vacilones rasgueos. Sorprende un poco a continuación el inicio de aires hindúes de “Get Away” con sitar y percusiones rotas por un ritmo insinuante con los golpes de batería marcados junto a los coreos que nos siguen metiendo en fiesta dejando un ligero regusto a Aerosmith.
Baja un poco el nivel con la sencilla “Roll This Joint” de base setentera a lo Zeppelin con el bajo de Wright muy marcado junto a un riff reiterado de sensual melodía que no está mal pero que no me acaba de llenar haciéndoseme algo monótona, al igual que la sombría “Freak Flag” que parece que sube intentando coger ritmo y fuerza pero tampoco termina de matar, mejorando notablemente con la enérgica “Wasted” llena de intención en su propuesta vocal variando tonos mostrando una gran capacidad alternando con coros arrogantes y guitarras con la suciedad justa para acabar siendo de las más adictivas del disco.
Vuelve a caer el sonido en la densidad y la monotonía con la pesada “Still Wild” de nuevo con los Zeppelin como referentes pero con muy poca gracia, animándose un poco en el inicio de “Make My Day” que entra atacando bien pero que luego cae otra vez pesadito hasta que entra la armónica para darle un poco de chicha, pero tampoco demasiada, lo mejor de nuevo la técnica vocal de Durbin, recordándome un poco a Michael Sweet (Stryper).
Recuperan la intensidad y un punto macarra con “Renegades” marcada por el marcial ritmo impuesto por Banali desde la batería, con una melodía de voz agresiva y cruda pero limpia entre la que se inserta la guitarra de Grossi con mucho cuerpo, dejando además un buen solo. Se relaja el ambiente con la balada “The Road”, sin alardes, con un aire atormentado y melódico en otra brillante interpretación vocal quedándoles bastante correcta.
En el tramo final del disco baja el nivel con dos cortes que me han dicho menos, la sosa “Shame” en una onda más actual machacona sin ninguna chispa, y la curiosa “Knock Em Down” de ritmo animado con los coros dejándose notar junto al wa-wa de la guitarra pero sin la pegada necesaria, sobre todo por las partes medio rapeadas que no me convencen.
Un cierre que desluce un tanto este irregular trabajo que, aun teniendo temas bastante rescatables y habiendo supuesto un agradable descubrimiento en la figura del cantante James Durbin, dudo que pueda servir para relanzar con fuerza la carrera de Quiet Riot, siempre nos quedarán “Metal Health”, “Condition Critical” y “QR III”.

Mariano Palomo

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