(Frontiers Music)
Siguen el señor Geoff Tate y sus Operation: Mindcrime con la trilogía iniciada el año pasado con “The Key” cuando siguiendo la estela de
aquella maravillosa obra conceptual de Queensryche,
probablemente la mejor de la historia, tomaron su nombre para prolongarla una
vez resueltos más o menos los litigios que el vocalista de Seattle mantenía con
los compañeros de su ex-banda. Una primera parte aquella que no me dijo gran
cosa, a años luz en mi opinión de la primigenia obra maestra, y que ahora se ve
sucedida por “Resurrection” que, aun
seduciéndome algo más, sigue sin acabar de convencerme.
Y no porque Tate lo haga mal, en absoluto, de hecho creo que muestra un buen
nivel, ni porque los músicos que le acompañan no estén a la altura, para nada,
simplemente es que las composiciones se me hacen pesadas y el desarrollo de las
mismas no lo acabo de comprender, con cuatro primeros cortes que son
prácticamente intros de alrededor de un minuto que supongo que serán para
ponernos en situación pero que no me dicen absolutamente nada.
Así que tras esos retazos de
sonidos sintetizados y futuristas empieza el disco “de verdad” con la pausada “Left
For Dead” siguiendo en esa onda futurista pero ya con la melodía de voz
dejándose notar y creciendo en intensidad sobre una técnica y contundente base
rítmica barnizada por una ligera orquestación, cayendo densa seguidamente hasta
“Miles Away” pesada y cadenciosa con el bajo de John Moyer marcado entre las líneas vocales dobladas muy Queensryche pero con mucho menos brillo
que antaño, prolongándose en una línea más inquietante en la lenta “Healing My
Wounds” transmitiendo oscuridad y adornada con algún ligero toque de saxo que
llama la atención entre las guitarras de Kelly
Gray y Scott Moughton, unas
guitarras que alternan electroacústicas en la melancólica “The Fight” agradable
y cálida pero sin mucha chicha, parece querer acercarse a “Silent Lucidity”
pero se queda muy lejos.
Mejora el ritmo y la intensidad
con la potente “Taking On The World” pura esencia Queensryche de la mejor época con esa base gorda típica, con una
gran melodía de voz doblada y con unos buenos detalles de guitarra que hacen de
este para mí el mejor corte del disco con diferencia. Baja bastante luego el
nivel con la extensa “Invincible” más de siete minutos de pesado desarrollo
salpicado de elementos electrónicos-espaciales, distorsiones sin gracia y wawas
huecos que deslucen su expresiva ejecutoria vocal, mejorando algo con la
extrañamente atractiva “A Smear Campaign” en la que sobre una sólida base
rítmica se insertan los golpes de voz tratados y sintetizados creando una
estructura curiosa y algo caótica añadiendo además de nuevo el saxo como
elemento elegante y misterioso.
La misma línea caótica la
encontramos en la inconexa e insulsa “Wich Side You’re On” con unos toques de
jazz electrónico que no aportan demasiado y con una intensidad vocal que por sí
sola no hace que el tema llegue a unos mínimos de atractivo, al igual que en la
angustiosa y algo sucia en su base “Into The Hands Of The World” en la que
además meten unos arreglos rarísimos con una parte cibernética, en fin lo
dicho, un caos.
El final lo pone la suave “Live
From My Machine” con unos aires evocadores que envuelven la tratada voz de Tate salpicándola también de toques
orquestales y acústicos resultando curiosa pero algo densa. Final correcto para
un disco irregular, más atractivo que su predecesor para mí gusto, pero que
creo que sigue sin estar a la altura del legado de su creador.
Mariano Palomo
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