(AFM)

El mayor punto débil de Nightmare es precisamente su nombre,
porque ha habido y sigue habiendo en varios países unos cuantos grupos que se
llaman igual. A su favor tienen su propia música, que no es poco. No se
complican la vida con discos interminables que se terminan haciendo pesados, ni
con canciones largas y aburridas. Por el contrario, sus composiciones son
relativamente cortas, pues la más extensa no llega a los seis minutos.
Aparte de la intro homónima,“The Aftermath” contiene diez temas. El
primero de ellos, “Bringers of a No Man's Land”, rápido y cañero, es perfecto
para abrir el trabajo. La majestuosa y un poco más pausada “Forbidden Tribe”,
mantiene bien el listón. “Necromancer” recupera la velocidad y tiene algún elemento
más alternativo. “Invoking Demons” es un excelente medio tiempo cuyo toque de
originalidad consiste en una introducción de minuto y medio (de un total de
apenas cinco) que hace que al principio termines pensando que se trata de un
instrumental. “I Am Inmortal” es de las más flojas. Un estribillo demasiado
largo no ayuda mucho. El comienzo de “Digital DNA” rompe la monotonía con unas
voces que imitan a las de las tendencias extremas. Pero en general tampoco es
de lo mejor del disco.
Tras tres cortes relativamente
pausados, “Ghost In The Mirror” recupera la velocidad con un arranque muy
cañero. Es una de las mejores. “The Bridge Is Burning” es quizá la más
experimental, con unos cuantas variaciones de ritmo e introducción de elementos
orquestales. “Misión For God” es también de las mejores, salvo algún extraño
cambio brusco que corta el ritmo de la canción. La última es “Alone In The
Distance”, la cual, aunque no es especialmente buena, la salva un excelente estribillo.
Procuraremos estar más pendientes de la trayectoria de Nightmare de ahora en adelante.
Nacho Jordán
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