(AFM / Avispa)
Tras dejar atrás la etapa como Jon Oliva’s Pain, el carismático vocalista norteamericano Jon Oliva pone en circulación, con su apellido como cabecera, un nuevo trabajo bajo el título de “Raise The Curtain”. Un disco que contiene temas que Jon ha compuesto en los últimos años junto a Dan Fasciano y que recogen parte del legado que dejó inacabado su hermano Criss antes de perder la vida en un accidente de tráfico hace ya veinte años. La desgracia y la tragedia parecen estar siempre presentes en la trayectoria del ex líder de Savatage, ya que hace un par de años también fallecía su amigo Matt LaPorte, que le acompañó como guitarrista en Jon Oliva’s Pain, y al que en cierto modo dedica este álbum.
Todo este dramatismo queda reflejado en este trabajo, pero con un componente de luminosidad y versatilidad musical que lo hacen de lo más interesante, y en absoluto oscuro o aburrido, aunque lógicamente hay partes más densas, con el rock sinfónico progresivo más clásico muy presente, sin olvidar por supuesto el heavy metal, y recordando en distintas fases a sus bandas precedentes, sobre todo por ese componente teatral e interpretativo inconfundible.
Comienza sorprendiendo con el tema título, una brillante pieza instrumental con ligeras aportaciones de voces líricas que es puro sinfonismo de esencia setentera en el que los teclados brillan con sus aires a lo Kansas junto a unas preciosistas incursiones de guitarra y percusión. En la misma línea pero ya con mayor distorsión y pegada desarrollan la retadora “Soul Chaser” con la áspera voz de Oliva amortiguada por unos inquietantes teclados. Continúa la función con “Ten Years”, circense, burlesque, teatral, llamémoslo como queramos, por sus sonidos de teclado-viento muy presentes sobre unos sonidos progresivos, para seguir sorprendiendo con la más ligera “Father Time” guitarra wa-wa, ritmo animado y voz más limpia, resultando bastante asequible y original recordando un poco a Alice Cooper en sus inicios.
Primer momento lento con la profunda y misteriosa “I Know” de instrumentación básicamente acústica con piano y guitarra como protagonistas, acompañados por buenos aportes eléctricos y de percusión, para que Oliva despliegue su talento interpretativo con sentimiento, para volver a la vena más cañera en “Big Brother” tremendamente expresiva y convincente por su rotundo ritmo, extendiéndolo y cortándolo en la terrorífica “Armageddon” con teclas clave, aullidos, sonidos bélicos, sirenas y coros apocalípticos para generar una ambientación acorde con su título, monótona pero con cierto encanto.
Nueva incursión acústica con la cálida balada “Soldier” en la que voz y piano brillan acompañados por unos sonidos de flauta evocadores destilando melancolía, creando una bella y triste historia, que desemboca seguidamente en uno de los temas más curiosos del disco “Stalker” sostenido sobre una sólida base va dibujando sinuosos sonidos de sitar y teclados que se abren hueco entre la interpretación vocal de Oliva casi recitante por momentos entre algunos cortes de ritmo secos típicamente progresivos.
Sigue la onda progresiva, pero más dinámica con “The Witch” que comienza tranquila con el piano habitual, para ir creciendo magníficamente en su desarrollo, con la aportación de la técnica percusión de Christopher Kinder (Jon Oliva’s Pain) marcando los tiempos con clase junto a unas trabajadas guitarras alternando melodía y profundidad, relajándose después en el extenso medio tiempo “Can’t Get Away”, suave pero intensa, con un gran trabajo de guitarras combinando aires sombríos y cierta pomposidad, recordándome de nuevo ligeramente al señor Vincent Fournier.
En la edición digipack aparece como bonus track “The Truth”, una breve pieza acústica con toques de acordeón en segundo plano que sin decir mucho, supone un agradable cierre para este sorprendente y variado trabajo del siempre atormentado y talentoso Jon Oliva.
Mariano Palomo
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