(Molusco Discos / Pegada Brutal)
Los madrileños Gauntlet continúan con su imparable
progresión dentro del metal nacional. A estas alturas empiezan a tener ya pocas
cosas que demostrar, pero con este nuevo cañonazo en forma de disco vuelven a
escalar un escalón más y a sorprendernos con una colección de temas que en mi
opinión redondean su remesa más completa y versátil hasta la fecha.
Ya me gusto mucho la evolución
mostrada en su anterior disco “What Doesn’t
Kill Us…” ahondando en terrenos más extremos y actuales pero sin abandonar
su base clásica y melódica dentro del heavy–thrash metal técnico y elaborado,
como sucesión lógica del EP “The Comeback” en el que aun contaban
con el cantante Ivo Galenov que
abandonó la banda tras su lanzamiento para cederle los trastos de matar, vocalmente
hablando, al guitarrista y cofundador del grupo Miguel Rocha que se desdobla desde entonces en ambas tareas para
sorpresa de casi todos por su agresiva y competente ejecutoria como frontman de
la banda.
Decía antes que este “Stubburn” me parece el trabajo más
versátil de Gauntlet hasta ahora, ya
que en él podemos encontrar algunos de los momentos más melódicos y hard
rockeros de la trayectoria de la banda junto a otros en los que pisan terrenos
realmente brutos pero siempre respetando unas grandes líneas melódicas
acentuadas sobre todo por un excelente trabajo de guitarras de la mano del
propio Miguel y de Dani Millán, llenándolo todo de riffs,
armonías o solos tan nítidos y afilados sgún lo requiera la ocasión.
Todo esto no estaría justificado
si no estuviera enmarcado dentro de unas composiciones elaboradas y cuidadas
hasta el más mínimo detalle, y siempre sustentado por la tremenda solidez y
pegada que proporcionan el bajista Juan Carlos Fernández que se estrena a nivel
discográfico con el grupo, y el habitual Alejandro Martínez, realizando ambos
una labor espectacular que sin duda es en buena parte culpable de un sonido
perfectamente reconocible, el sonido Gauntlet.
Ciñéndonos al contenido del CD la
verdad es que desde que uno empieza a escuchar el disco resulta realmente
complicado desengancharse y es un no parar de descubrir rasgos y matices que se
inician con el ritmo arrollador de “There Will Be No Peace”, un corte en clave
thrash de base clásica y sonido actual con la voz de Miguel agresiva y rabiosa como requiere el espinoso tema que trata
condenando con furia la violencia terrorista que llevamos tanto tiempo
sufriendo en nuestro país.
Un vuelta de tuerca aun más
cañera para la más rítmica y groovie “Feed The Worms” en la que Miguel dobla su voz con la de Javier Cardoso (Vita Imana) sobre unos
riffs asesinos matizados por algunos sonidos más relajadas y por un brillante
solo más hard a cargo de Ix Valieri
(037), creando una pieza tremendamente rica en matices y poderío.
No le va a la zaga la más
melódica “Slave” acertado primer single–vídeo muy pegadizo y eficaz con un
sonido gordo lleno de coros rivalizando con unos buenísimos diálogos de riffs
suavizados por una parte acústica intermedia, haciendo de este tema
probablemente mi favorito del grupo de toda su carrera, con permiso de “Seeds
Of Hate”.
Continúa la descarga con la
sólida “Blood, Sweat and Tears” una composición de largo recorrido de inicio
lento y suave que crece sin remisión sobre un punzante riff rompiendo con
potencia en un tono más pesado y heavy a lo Annihilator atacada por una segunda
voz agresiva igualmente contrarrestada por melodías más relajadas pero
igualmente intensas, incluidas las de la guitarra de Aitor Gorosabel (Su Ta Gar) que deja su impronta en el tema, como
lo hace seguidamente Rown Houland
(Clockwork) con su áspera voz en la directa y más sencilla “My Dying Breath”.
Se atempera un poco el ritmo con “You
Don’t Know Me” en clave thrash actual, con gran peso rítmico pero plagada de
dibujos guitarreros tan técnicos como afilados, tornándose más crudos pero
igualmente limpios en la rápida y rotunda “Last Exit To Blisstonia” todo un
puñetazo sonoro que además fue el primer tema que pudimos escuchar como
adelanto del disco y que ya nos convenció sobremanera, equilibrando con acierto
melodía y contundencia, rematándola con un solo arrollador, todo ello dando
soporte a una letra ultra friki relacionada con un planeta que sólo aparece en
un capítulo de Los Simpsons, no podía faltar este tipo de referencia tan del
gusto de la banda (gracias Juanma por ponerme sobre la pista).
Aunque el tema que realmente me
suena freak es el que cierra el disco, la curiosa “The Fake” en la que
participan el guitarrista Manuel Seoane
(Burning Kingdom) como hacha principal y su compañero de banda Dagarod poniendo su voz en un tono
impostado junto a la de Miguel
dentro de una estructura más hard pero igualmente dura, un poco a lo Skid Row,
resultando chocante en un principio pero acaba por enganchar a base de
escucharla.
Se completa la obra la intensa power ballad “Sold
My Soul”, llena de sentimiento y clase con un gran trabajo de guitarras
acústicas y eléctricas a lo Pantera que completan la gran labor vocal de Miguel que acaba acelerando al final
para terminar de forma casi frenética pero controlada.
Poco más puedo añadir, solamente recomendar
este trabajo de una banda que a base de trabajo, esfuerzo y dedicación,
cuidando todos los detalles (presentación, difusión en redes sociales,
promoción, etc.) y con la inestimable ayuda una vez más de José Garrido y Daniel Meilán
en la grabación, han parido el que está llamado a ser el disco de metal del
2012 a nivel nacional, si no al tiempo.
Mariano Palomo
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