martes, 10 de mayo de 2011

WARRANT “Rockaholic”

(Frontiers / Mastertrax)

Una de las bandas más exitosas en ventas y popularidad de la escena californiana de finales de los ochenta parece intentar reverdecer laureles más de veinte años después de reventar las listas con su celebérrimo “Cherry Pie”. Y lo hacen sin el que fuera su cara visible en sus mejores tiempos, el vocalista Jani Lane al que, tras algún que otro fallido intento de reinserción en el grupo, sus fundadores Erik Turner (guitarra) y Jerry Dixon (bajo) decidieron sustituir por el poderoso ex Lynch Mob Robert Mason que le da un tono más fuerte y agresivo a los temas. Junto a estos tres completan la formación el guitarrista Joey Allen y el batería Steven Sweet, cumpliendo todos ellos con nota para dar forma a los catorce temas de este “Rockaholic” título, me da la impresión, tan explícito como autobiográfico. Por desgracia para este quinteto y para otros muchos grupos que llenaron de comercialidad y diversión la calles de Hollywood a golpe de hard rock resultón, parece que esos tiempos ya no volveran, pero al menos intentan seguir haciendo lo que mejor han hecho en toda su carrera sin entrar en experimentos ni vaivenes estílisticos difícilmente asumibles por sus fans de siempre. Unos fans que, aun con la voz más recia de Mason, reconocerán a los mejores Warrant nada más empezar a escuchar el disco con la sencilla y coreable “Sex Ain’t Love” provocadora y pegadiza con su claro estribillo, al igual con que la más rascona y melódica “Innocence Is Gone”. Siguen convenciendo con la más directa y rockera “Snake” de voz más áspera, que se torna más oscurilla en la tendida “Dusty’s Revenge” de cierto regusto western, y más poderosa en la balada de toques acústicos “Home” en la que destacan sus grandes coros y unas buenas guitarras. No es el único tema lento del disco, uno de los puntos fuertes de siempre del grupo, y los medios tiempos “Found Forever” sentimental y compacto, y la correcta “Tears In The City” con leves arreglos orquestales y acústicos, siguen manteniendo la tradición. El hard melódico de buenas melodías y voces comparece en “What Love Can Do” rozando el A.O.R., y en la más guitarrera y compacta “Life’s A Song”, mostrándose mucho más rockeros en “Show Must Go On” de ritmo alegre y contagioso, o en la más dura “Cocaine Freight Train” en la que se ponen casi frenéticos resultando casi adictiva con armónica y wa-wa incluidos. Por contra más pesadas y densas me resultan la arrastrada “Candy Man” y la discreta con un punto romántico “Sunshine” , mejorando con la final “The Last Straw” de riffs profundos y ritmo potente. Un buen disco, con bastante chispa para lo que se estila últimamente y que, sin llegar al nivel de las sus dos primeras entregas de culto, si mantiene más que decentemente el nombre del grupo.
Mariano Palomo

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