martes, 5 de marzo de 2019

YNGWIE MALMSTEEN “Blue Lightning”


(Mascot Records)
Seguramente Yngwie Malmsteen fue uno de los músicos que más me enganchó en su momento, cuando irrumpió a principios de los ochenta con su novedosa forma de tocar la guitarra formando parte de los míticos Alcatrazz y de los speedicos Steeler, e inmediatamente después con una serie de excelentes discos en solitario. Pero con el paso del tiempo, más allá de seguir manteniendo una técnica al alcance muy pocos, el sueco no hecho  más que dar la razón a los que le echaban en cara su enorme ego facturando desde hace ya muchos años trabajos insustanciales y faltos de atractivo, repitiéndose una y otra vez la misma fórmula que a muchos de sus seguidores primigenios ha terminado por saturarnos.
Desde que dejó a un lado a colaboradores tan valiosos como Jeff Scott Soto, Joe Lynn Turner, Goran Edman o los hermanos Johansson, los discos de Malmsteen ha ido bajando exponencialmente, con unas composiciones que en muchos casos más parecen meros ejercicios de destreza instrumental sin alma, muy lejos de las inmensas canciones de sus primeros trabajos, con un protagonismo absoluto del sueco haciéndose cargo prácticamente de todo, incluida la voz y unas producciones realmente mediocres en algunos casos.
Dicho lo cual, es fácil entender que no supusiera una gran ilusión para mí la llegada a mis manos de este nuevo disco (igualito que si esto hubiera sucedido hace treinta años) y que no esperara gran cosa, pero siempre con la remota esperanza de que fuera a encontrarme con un trabajo al menos digno del nombre de su autor. Y el caso es que, tratándose prácticamente en su totalidad de un disco de versiones, no está mal del todo, aunque alguna de las revisiones pecan de excesivo barniz barroco cuando en su esencia son más básicas y cercanas al rock setentero y al blues. Eso sí, vuelvo a quedarme aquel magnífico “Inspiration” de 1996 con Jeff Scott Soto a la voz, en el que rendía magnífico tributo a bandas como Kansas, Rush, Scorpions, Rainbow o Deep Purple y Jimi Hendrix que repiten en esta ocasión.
Pero claro, ahora no está Soto y la voz de Yngwie está muy lejos de acercársele, aunque como decía hay algunas covers que le han quedado bastante bien llevándoselas a su terreno, entre ellas las de Hendrix “Foxey Lady” y “Purple Haze”, bastante endurecidas y barrocas pero respetando la sensual cadencia rítmica de la primera y la incendiaria esencia de la segunda ejecutada con fuerza y brío resultando de lo más adictiva. Tampoco están mal las de Purple, “Demon’s Eye”, que repite respecto a “Inspiration” resultando algo menos brillante en sus partes vocales y más incisiva en su instrumentación, y la celebérrima “Somke On The Water” engordando su inconfundible riff y alargando su solo sobre una base rítmica algo hueca.
Entre medias, de todo un poco, una acertada “Blue Jean Blues” de ZZ Top que suena tórrida y atormentada con feelin’ metiendo un oportuno apoyo de teclas orgánicas acompañando su descarnado solo, una recargada “While My Guitar Gently Weeps” de George Harrison algo saturada de dibujos de guitarra con un virtuoso solo doblado pero respetando su melodía central con buen gusto, o una curiosa “Paint In Black” de los Stones acelerada en su ritmo casi power metalero obviando el encanto lisérgico de la original, explayándose igualmente con su habitual técnica en la final “Forver Man” de Eric Clapton que suena más a demo que a otra cosa desluciéndola notablemente.
De los nuevos temas propios me quedo con “Sun’s Up Tops Down”, un buen blues rock de alto octanaje de ritmo y base clásicos desarrollando sus partes de guitarra con rollo y virtuosismo, junto a una notable interpretación vocal arrastrándose tras sus notas. Por su parte “Blue Lightning” cumple en clave más hard pero sin olvidar el blues con la guitarra brillando por encima del resto con unas mínimas aportaciones de teclas y coros.
Se completa el disco con dos instrumentales no muy extensas como son “1911 Strut”, puro sonido Yngwie barroco dentro un marcado ritmo blues boogie, y “Peace Please” una bonita pieza lenta en la que el guitarrista escandinavo muestra su cara más entrañable y desgarradora recordando ligeramente sus mejores tiempos.
En fin, un disco que no va a hacer que Malmsteen recupere su mejor nota, pero que al menos sí nos deja algunos buenos momentos del que antaño fue uno de los mejores guitarristas del mundo.
Mariano Palomo

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