lunes, 16 de febrero de 2009

GREAT WHITE “Rising”

(Frontiers / Mastertrax)

Cuando hace un par de años Great White reapercieron con su “Back To The Rhythm” bajo el brazo, algunos dudamos de la continuidad del proyecto, pero ahora nos sacan de la duda con la publicación prácticamente por sorpresa de este “Rising”. Manteniendo la formación que se reunió en 2007, con el único cambio del bajista Sean McNabb sustituido por Scott Zinder, Kendall, Russell y compañía se han marcado un correcto disco de rock & roll, con algún toque sureño, y con la siempre presente esencia bluessy y setentera, aunque sin esa fuerza y ese feelin’ que transmitían en trabajos como “Hooked” o “Twice Shy”. Les ha quedado en mi opinión un trabajo bastante plano, agradable al oído, con bastantes sonidos acústicos, pero sin la garra y capacidad de enganche de antaño. Y eso que el inicio es prometedor con las animadas de corte sureño “Situation” y la más rockanrolera “All Or Nothin’”, dos buenos cortes en las que lucen las guitarras tanto eléctricas como acústicas y donde los coros tienen una destacada participación. A partir de aquí el disco empieza a perder intensidad, mucho medio tiempo como la suave “I Don’t Mind” en la que destaca la voz de Jack Russell sobre una tímida base de piano y acústicas, la más hard ochentera “Loveless”, o la más A.O.R. “It Is Enough” de nuevo con el piano y los coros resaltando. Por el camino nos encontramos con algunos cortes más guitarreros, como la setentera “Shine”, la más sucia y arrastrada “Danger Zone”, o la versión del clásico de los Stones “Let’s Spend The Night Together” correcta sin más y que sirve para cerrar. Mención aparte merecen las baladas, un terreno en el que estos californianos se mueven como pez en el agua (como tiburón más bien), y que por supuesto tienen su cuota de protagonismo con “Last Chance” de aires sureños con sonidos de órgano hammond y guitarras acústicas, aunque algo hueca, al igual que “Only You Can Do” con la voz de Russell más aguda, para llegar a “My Sanctuary” que se convierte en una de las más destacadas del disco, con más cuerpo y fellin’ que le otorgan su marcada base y los sonidos de armónica además de la profundidad de sus voces. De lo mejor de un disco que muestra a unos Great White perfectamente reconocibles, pero lejos de las cotas de brillantez de tiempos pretéritos en los que tocaron un techo que, me temo, difícilmente volverán a alcanzar.
Mariano Palomo

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