(Provogue Records)
No sé si será porque uno va cumpliendo
años, o por la excitación que supone descubrir cosas nuevas, en este caso más
bien redescubrir y en absoluto nada nuevo, pero el caso es que últimamente
disfruto mucho de algunos buenos lanzamientos de blues rock que están llegando
a mis manos. Entre los más destacados sin duda este fantástico trabajo del
bluesman de New Jersesy Walter Trout,
un señor con cincuenta años de carrera del que, aparte de por referencias y
alguna colaboración, no había escuchado nada en profundidad y que ahora ha
despertado mi curiosidad por su obra.
Por lo que he podido investigar
mínimamente la trayectoria de este señor se cruza con la de nombres tan
destacados como los de Canned Heat o
John Mayal, de los que me confieso
casi un total ignorante, pero que siempre han estado ahí marcando la historia
de blues rock, además de una prolífica producción con su propia banda con más
de una docena de discos publicados. Una carrera que en los últimos tiempos se
ha visto truncada por una grave enfermedad hepática y que tiene a Trout postrado en un hospital de Los
Angeles a la espera de un trasplante de hígado que esperemos le llegue lo antes
posible.
Aun así, sobreponiéndose a la
adversidad el cantante y guitarrista norteamericano ha tenido fuerzas
suficientes para sacarse de la manga un pedazo de disco como este que nos ocupa,
escrito y grabado entre el final del pasado 2013 y principios de este 2014, y
que se pondrá en circulación en menos de dos semanas. Y el caso es que los
temas del disco no reflejan para nada angustia, depresión o tristeza, como
pudiera ser previsible e incluso lógico dada la situación de su autor, todo lo
contrario, la gran mayoría son composiciones alegres, chispeantes y con mucha
esencia eléctrica.
Desde un principio con “Wastin’
Away” transmite luz y energía con un trabajo de guitarras punzante contrastado
por la sinuosidad de los teclados acompañando a su voz limpia y arrastrada,
transmitiendo un rollo más grave y polvoriento con la magnífica “The World Is
Goin’ Crazy (And So Am I)” canción llena de clase y nivel técnico pero en
absoluto fría, y que me recuerda mucho en su sonido de guitarra al Blackmore más blues, para
transportarnos después a territorios sureños con la más acústica “The Bottom Of
The River” a la que la armónica le da un embrujo especial.
Más fiesta propone en la ligera “Take
A Little Time” con su ritmo clásicamente rockanrolero de salón con el piano
bien marcado que te hace mover el pie, que llega a ser más rítmico con la
entrada en escena de la armónica en cortes como “Willie” en el que Walter sujeta las notas de su guitarra
junto a unos buenos sonidos de órgano, que crecen en la cálida y más lenta “Born
In The City” de percusión austera pero con enorme solo de guitarra lleno de
sentimiento.
Sigue embaucando con el tema título
“The Blues Came Callin’” lleno de cadencia blues de manual con ese aire
arrastrado de versos marcados que luce aún más con un tórrido duelo de solos de
órgano y guitarra, envolviéndonos luego con “Hard Time” que entra seduciendo con
un soberbio sonido de guitarra extendiéndose sin avasallar, para acabar arropándonos con un sentido blues de manual como es “Nobody Moves Me Like You Do”
en el que destila pasión y que está dedicada a su mujer que lleva un montón de
años con él.
Entre medias de todos estos temas
propios nos deja dos perlitas ajenas, la primera “TheWhale” es una vibrante composición
de J.B. Lenoir que crece
sobre su electrizante solo de guitarra que no necesita correr para acabar convenciendo. La otra es una improvisada jam instrumental durante los ensayos
en el estudio con John Mayal al
piano como bien indica su título “Mayal’s Piano Boogie”, divertido momento
perfectamente encuadrable en cualquier garito del delta del Mississippi lleno
de humo y whisky, y que bien podríamos aplicar a la también instrumental “Tight
Shoes” que completa el disco en clave clásica de marcado compás 3x4.
Gran disco de este músico al que
intentaré investigar más a fondo y que, por supuesto, espero y deseo que
encuentre pronto cura a su enfermedad y que pueda seguir dejándonos trabajos
tan interesantes como este.
Mariano Palomo
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