(Frontiers / Mastertrax)
Ahora que parece que Journey están en un periodo relajado
dentro de su carrera, el guitarrista y líder de la banda, Neal Schon, vuelve a ofrecernos un nuevo disco dos años después de
su anterior obra en solitario “The Calling” que pasó bastante desapercibida
para el gran público, como me temo que lo hará esta, a pesar de contener buenos
momentos y sobre todo un tremendo nivel instrumental de todos los que en ella
participan. Y es que cuando uno tiene el oído asociado este nombre a temas
pegadizos y asequibles, resulta bastante complicado acostumbrarlo a las intrincadas
composiciones que suele proponer Schon
en sus aventuras en solitario fusionando jazz, blues, rock o new age.
En este caso acompañado por dos
músicos de enorme talla y que conoce perfectamente, el batería Deen Castronovo compañero suyo en Journey, y el bajista Marco Mendoza con el que compartió
alineación en Soul Sircus. Ambos
también participan como voces principales en algún tema al igual que el propio Schon, mostrando un correcto nivel
general que supera el notable en el caso de Castronovo como ya hemos podido comprobar tanto en estudio como en
directo, que además es al que mejor se le distingue, ya que no aparecen en los
créditos de los temas detallados los vocalistas de cada uno de ellos.
El disco me ha parecido tan variado
como de irregular, por una parte algo bueno ya que no se repite y resulta más
versátil, pero por otra parte con algunos momentos excesivamente densos y
enrevesados, sonando todo muy bien pero resultando algo pesado en algunos
tramos. Buen ejemplo de esto es el principio con “Take A Ride” una especie de
blues rock con poco encanto que se pierde en su cadencia setentera pero, tornándose
mucho más plomiza en el final del disco con la cargante y algo psicodélica “Big
Ocean” que es un tostón instrumental ligeramente alegrado por algún acorde
melódico de nivel.
Claro que tampoco ayuda que tras “Take
A Ride” nos encontremos con casi diez minutos de desarrollos jazzies
experimentales en “So U”, muy técnico, muy elaborado, con variedad de registros
y voces susurrantes pero yendo cada uno por su lado resultándome muy
deslavazado, con escasa consistencia y nula continuidad, muy apropiada para
acompañar un viaje lisérgico, una señora fumada en toda regla. Afortunadamente
en la parte central del disco nos encontramos con cortes bastante más
interesantes y aprovechables, empezando a mejorar ya con la también jazzie pero
mucho más asequible “Exotica” una bonita instrumental de regusto latino que
recuerda a la etapa Santana de Schon y a las fases más experimentales de
Journey.
De repente sorprenden rompiendo
con el hard setentero y movido de “What You Want” que deja un aroma Thin Lizzy
en líneas de guitarra-bajo y donde que supongo mucho habrá tenido que ver Marco
Mendoza, al igual que en la groovie y algo funky con ciertas reminiscencias
Glenn Hughes en su sonido “On My Way” que sin ser la más brillante si es de las
más animadas del disco, junto a la potente “Shelter” que llega por sus coros
festivos y por sus punzantes guitarras, aunque se alargan innecesariamente
acabando por resultar algo machacona.
Los temas con Castronovo
a la voz son como podía preverse los más próximos al A.O.R. El primero de ellos
“Love Finds A Way” es una delicada balada en la que el batería exhibe su tono
característico cercano al de Perry-Augery
con brillantez pero acabando por ser excesivamente larga y monótona, mejorada
por un bonito y trabajado solo de Schon.
El segundo “Serenity” es para mí el mejor tema del disco, seguramente porque es
puro Journey, ritmo alegre, buenas
guitarras melódicas, pegada marcada, arreglos dinámicos, voces ganadoras, vamos
que no hubiera desentonado en discos como “Arrival”
o “Generations”.
Resumiendo, temas redondos menos
de la mitad, sonido y producción muy bueno, capacidad creativa notable, así que
creo que podemos dejarlo en mitad y mitad más menos.
Mariano Palomo
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