(Frontiers Music)
Desde sus primeros discos les
había perdido bastante la pista, pero ahora tras un periodo de idas y venidas
dentro de la formación y después de pasar por alguna etapa más oscura, vuelven
a sacarse de la manga un señor disco lleno de clase, melodía y poderío en el
que, sin renunciar a los principios básicos del power sinfónico, son capaces de
hacerlo lo suficientemente versátil y atractivo, amén de seguir manteniendo un
gran nivel técnico y compositivo. Un nivel que seguramente viene dado en gran
medida por la reunión de los tres pilares básicos de la mejor época de la
formación, con los guitarristas fundadores Olaf
Thorsen y Andrea Cantarelli al
frente junto al vocalista Roberto Tiranti.
Este trío además del bajista Nik
Mazzucconi, el teclista Oleg
Smirnoff (Vision Divine, Eldrich) y el batería John Macaluso (TNT, Riot, Ark), han sido los responsables de volver
a situar a Labyrinth en el podio del
power metal europeo.
Comenzamos a disfrutar del disco
con la elaborada y extensa “Bullets” de guitarras incisivas y virtuosas, ritmos
altos, solos doblados, teclas orgánicas, bases rotundas y engoladas melodías de
voz cuidadas al detalle, siendo de las más sinfónicas del disco pero con mucha
carga heavy metalera. Más cañera y barroca “Take On My Legacy” machando Macaluso el doble bombo de su batería,
con Thorsen y Cantarelli siguiendo su frenético ritmo con unas guitarras que se
clavan afiladas y melódicas mientras Tiranti
muestra su capacidad de dramatización a la voz.
Misma línea power metalera con la
acelerada “Stardust And Ashes” que no por previsible deja de ser intensa con el
bajo de Mazzucconi haciéndose notar
entre una tormenta de percusión y riffs suavizada por un ligero toque
progresivo, un toque que se intensifica en la más relajada “We Belong To
Yesterday” con unas cuidadísimos teclados y guitarras envolviendo su suave
melodía de voz con mucho cuerpo y presencia, como sucede en la más movida “Someone
Says” llena de armonía y elegancia con un agradable deje bucólico en sus coros.
Igual de agradables pero más
lentas aparecen la intensamente preciosista “Those Days” en la que Tiranti se muestra apasionado y
poderoso dentro de una instrumentación llena de detalles con ligeros toques
orquestales, y la curiosa ambiental “Diamond” que cierra el disco sin apenas
instrumentación dejando que luzca la voz junto a algún arreglo electrónico, acentuándose
sobremanera en la versión del tema techno “Children” que desentona en el
conjunto del disco con una melodía sintetizada archiconocida de los garitos
maquineros de los noventa y a la que intentan llevar a su terreno con las
guitarras más cañeras pero que sin acabar de conseguirlo.
Si poco atractivo me parecía el
tema anterior, todo lo contrario me sucede con otros dos magníficos cortes,
para mí los más destacados del disco. Primero “Still Alive” power melódico de
alto nivel pleno de clase y melodía con una espectacular interpretación vocal
en tonos medios completados por un duelo de guitarras y teclados a cual más
técnico y brillante. El segundo “A New Dream” es una delicia que aparece misteriosa
con unas guitarras cuidadísimas recordando a los mejores Crimson Glory incluyendo también su toque progresivo con la rotunda
pegada de Macaluso y espectacular
trabajo de Mazzucconi, un señor
temazo.
Dejo para el final el tema más
extenso del disco que además le da título “Architecture Of A God”, que
precedido por la breve y melancólica pseudo instrumental “Random Logic”, supone
una elaborada exhibición de casi nueve minutos de duración que comienza suave
para endurecerse incisiva y contundente pero sin coger mucha velocidad creando evocadores
ambientes progresivos llenos de sinfonismo que contrastan en su desarrollo con pasajes
puramente metaleros donde las guitarras se rasgan y distorsionan.
Siempre es agradable recuperar
bandas que creíamos ya amortizadas, y con este disco los toscanos Labyrinth recuperan su mejor nivel para
alegría de los seguidores del power metal de calidad, ahora solo queda esperar
que puedan mantenerlo.
Mariano Palomo
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