(Radiant Records /
Metal Blade)
Esta última aventura es la que
nos ocupa, The Neal Morse Band, en
la que aparte del propio titular haciéndose cargo de voces, teclados,
guitarras, percusiones y mandolina, nos encontramos a músicos del nivel del
teclista Bill Hubauer (Ten Point
Ten), el joven guitarrista Eric Gillette,
el bajista Randy George (Transatlantic,
Spock’s Beard) y el prolífico batería Mike
Portnoy (Trasnatlantic, Twisted Sister, ex Dream Theater). Todos ellos,
amén de una extensa nómina de invitados, han sido los encargados de dar forma
al sucesor de su debut “The Grand Experiment”
(2015) y del directo “Alive Again Tour
2015” (2016).
Un disco este “The Similitude of a Dream” que supone
un fascinante ejercicio de clase, temperamento, talento y emotividad al
servicio del mejor rock progresivo que puede disfrutarse actualmente. Hablar
del nivel técnico de sus creadores es poco menos que una obviedad,
sencillamente sobresalientes todos ellos, pero además capaces de atraparnos en
un intrincado laberinto de composiciones desarrolladas sobre el hilo conductor
de una narración basada en partes del libro “Pilgrim’s
Progress” de John Bunyam, junto
con otras ideas propias de los miembros del grupo.
El resultado no puede ser más
brillante, además de extenso yéndose más allá de los cien minutos de duración
repartidos entre los dos CDs en los que se presenta la obra junto a un completo
libreto con todas las letras, créditos y especificaciones, además de una
original ilustración central a cargo de Paul
Whitehead.
Intentar explicar en detalle y
profundidad el desarrollo de todas y cada una de las piezas que integran este
enorme disco es una tarea tan ardua como estéril a la hora de intentar
transmitir todo lo que encierra musicalmente, ya que creo que únicamente
escuchándolo en profundidad es posible poder intentar llegar a entenderlo. En cualquier
caso intentaré repasarlo lo mejor posible, comenzando por la breve acústica
“Long Day” que abre de forma suave para enlazar con la instrumental “Overture”
sinfónico-progresivo evocador perfecto para entrar en harina mostrando ya un
virtuosismo al alcance de unos pocos elegidos.
Tras una bucólica “The Dream” nos
encontramos con el que perfectamente podrías ser uno de los singles “City of
Destruction” composición llena de teatralidad con un ritmo marcial rodeado de
coros que recuerda a los Pink Floyd más
rotundos, bajando de nuevo el tono en clave acústica con la más breve “He Have
Go To Go” con una de las muchas exhibiciones de Portnoy a la percusión, enlazando con la lenta electro-acústica
“Makes No Sense” llena de elegante sinfonismo que me lleva a la mejor época de Marillion sobre todo por el sonido de
teclados.
Mucha más metalizada suena “Drown
The Line” con mayor distorsión de guitarra y con una voz más ronca, más a lo Dream Theater dejando incluso algún
guiño jazzie, prolongándose en la profunda instrumental “The Slough” más
envolvente y delicada pero con la misma fuerza, entrando en territorio más
dramatizado en la engolada “Back To The City” enganchando coral en su
estribillo antes de llegar a la cabaretera “The Ways Of a Fool” que con su tono
burlón y sus arreglos operísticos es de las más coloridas con sus coreos a lo Queen.
Llegamos al final del primer CD
con “So For Gone”, progresivo asequible de claras melodías de voz y teclados
con cierto aire espiritual en su crescendo vocal, que se acentúa en la más
delicada “Breath of Angels” dejándose notar las envolventes voces de Ann, Alfreda y Regina McCrary. Delicioso cierre para este primer volumen.
El segundo comienza con “Slave to
Your Mind”, progresivo de manual lleno de fraseos, teclas y cambios de ritmo
con diversas tonalidades vocales y con bastante dureza en su base entre la que
se cuelan los marcados riffs de Morse
y Gillette dentro de una estructura
enrevesada, de todo menos comercial. Más fácil de escuchar resulta “Shortcut to
Salvation” suave con una gran melodía vocal complementada por acertados sonidos
acústicos y con un guapo solo de saxo a cargo de Bruce Babad.
Sigue la montaña rusa de ritmos y
sonidos con la hard setentera “The Man In The Iron Cage” con una base y un riff
muy Zeppelin con la participación
del guitarrista Rich Mouser, rodeados
de unas magníficas melodías orgánicas con breves partes relajadas acústicas que
dejan luego mayor protagonismo a las teclas en la marillionesca “The Road Call Home” con una mínima aportación vocal que
se prolonga en la introvertida e inquietante “Sloth” sin demasiada gracia pero
agradable al oído, animándose el ritmo en la electro-acústica de aires country
“Freedom Song” de nuevo con la participación de Mouser en este caso tirando de pedal steel quedando muy curiosa.
Vuelta de tuerca total con “I’m
Running”, hard a lo The Who de ritmo
animado, con gran presencia de percusión y con un riff muy Townshend resultando de lo más quedona, bajando notablemente en la
lenta “The Mask”, piano clásico, voz profunda, sintetizadores, bien elaborada
pero con poca llegada hasta que se intensifica al final enlazando con
“Confrontation” más teatral con buenos contrastes de voces y melodías entre
extravagancias instrumentales incluyendo un guiño a “City of Destruction” resultando
excéntricamente rotunda, prolongándose en los casi tres minutos de exuberancia
instrumental de “The Battle”.
Los diez minutos finales los
ocupa “Broken Sky” junto a un reprise de “Long Day”, comenzando delicada con el
piano y la voz como protagonistas para ir creciendo poco a poco en presencia
instrumental para acabar envolviendo con las guitarras preciosistas con clase y
temple bien secundadas por teclas y melodías de voz antes de llegar al citado
reprise de “Long Day” más intenso con un reconocible y vibrante punteo.
Cierre grande para un disco muy
grande llamado a ser referencia del rock progresivo, aunque, eso sí, requiere
del tiempo y atención necesarios para poder apreciar todo lo que lleva dentro,
los estribillos facilones y los ritmos repetitivos aquí no son una opción.
Mariano Palomo
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