miércoles, 14 de diciembre de 2016

THE NEAL MORSE BAND “The Similitude of a Dream”


(Radiant Records / Metal Blade)

Desde que empezó a darse a conocer en el mundo de la música la capacidad de creación del genial Neal Morse parece no tener límites, no para de parir magistrales obras de arte en forma de discos ya sea participando como parte de grupos como Spock’s Beard o Transatlantic, en sus discos en solitario, o encabezando su banda acompañando de un equipo de músicos “all star” del rock progresivo.

Esta última aventura es la que nos ocupa, The Neal Morse Band, en la que aparte del propio titular haciéndose cargo de voces, teclados, guitarras, percusiones y mandolina, nos encontramos a músicos del nivel del teclista Bill Hubauer (Ten Point Ten), el joven guitarrista Eric Gillette, el bajista Randy George (Transatlantic, Spock’s Beard) y el prolífico batería Mike Portnoy (Trasnatlantic, Twisted Sister, ex Dream Theater). Todos ellos, amén de una extensa nómina de invitados, han sido los encargados de dar forma al sucesor de su debut “The Grand Experiment” (2015) y del directo “Alive Again Tour 2015” (2016).

Un disco este “The Similitude of a Dream” que supone un fascinante ejercicio de clase, temperamento, talento y emotividad al servicio del mejor rock progresivo que puede disfrutarse actualmente. Hablar del nivel técnico de sus creadores es poco menos que una obviedad, sencillamente sobresalientes todos ellos, pero además capaces de atraparnos en un intrincado laberinto de composiciones desarrolladas sobre el hilo conductor de una narración basada en partes del libro “Pilgrim’s Progress” de John Bunyam, junto con otras ideas propias de los miembros del grupo.

El resultado no puede ser más brillante, además de extenso yéndose más allá de los cien minutos de duración repartidos entre los dos CDs en los que se presenta la obra junto a un completo libreto con todas las letras, créditos y especificaciones, además de una original ilustración central a cargo de Paul Whitehead.

Intentar explicar en detalle y profundidad el desarrollo de todas y cada una de las piezas que integran este enorme disco es una tarea tan ardua como estéril a la hora de intentar transmitir todo lo que encierra musicalmente, ya que creo que únicamente escuchándolo en profundidad es posible poder intentar llegar a entenderlo. En cualquier caso intentaré repasarlo lo mejor posible, comenzando por la breve acústica “Long Day” que abre de forma suave para enlazar con la instrumental “Overture” sinfónico-progresivo evocador perfecto para entrar en harina mostrando ya un virtuosismo al alcance de unos pocos elegidos.

Tras una bucólica “The Dream” nos encontramos con el que perfectamente podrías ser uno de los singles “City of Destruction” composición llena de teatralidad con un ritmo marcial rodeado de coros que recuerda a los Pink Floyd más rotundos, bajando de nuevo el tono en clave acústica con la más breve “He Have Go To Go” con una de las muchas exhibiciones de Portnoy a la percusión, enlazando con la lenta electro-acústica “Makes No Sense” llena de elegante sinfonismo que me lleva a la mejor época de Marillion sobre todo por el sonido de teclados.

Mucha más metalizada suena “Drown The Line” con mayor distorsión de guitarra y con una voz más ronca, más a lo Dream Theater dejando incluso algún guiño jazzie, prolongándose en la profunda instrumental “The Slough” más envolvente y delicada pero con la misma fuerza, entrando en territorio más dramatizado en la engolada “Back To The City” enganchando coral en su estribillo antes de llegar a la cabaretera “The Ways Of a Fool” que con su tono burlón y sus arreglos operísticos es de las más coloridas con sus coreos a lo Queen.

Llegamos al final del primer CD con “So For Gone”, progresivo asequible de claras melodías de voz y teclados con cierto aire espiritual en su crescendo vocal, que se acentúa en la más delicada “Breath of Angels” dejándose notar las envolventes voces de Ann, Alfreda y Regina McCrary. Delicioso cierre para este primer volumen.


El segundo comienza con “Slave to Your Mind”, progresivo de manual lleno de fraseos, teclas y cambios de ritmo con diversas tonalidades vocales y con bastante dureza en su base entre la que se cuelan los marcados riffs de Morse y Gillette dentro de una estructura enrevesada, de todo menos comercial. Más fácil de escuchar resulta “Shortcut to Salvation” suave con una gran melodía vocal complementada por acertados sonidos acústicos y con un guapo solo de saxo a cargo de Bruce Babad.

Sigue la montaña rusa de ritmos y sonidos con la hard setentera “The Man In The Iron Cage” con una base y un riff muy Zeppelin con la participación del guitarrista Rich Mouser, rodeados de unas magníficas melodías orgánicas con breves partes relajadas acústicas que dejan luego mayor protagonismo a las teclas en la marillionesca “The Road Call Home” con una mínima aportación vocal que se prolonga en la introvertida e inquietante “Sloth” sin demasiada gracia pero agradable al oído, animándose el ritmo en la electro-acústica de aires country “Freedom Song” de nuevo con la participación de Mouser en este caso tirando de pedal steel quedando muy curiosa.

Vuelta de tuerca total con “I’m Running”, hard a lo The Who de ritmo animado, con gran presencia de percusión y con un riff muy Townshend resultando de lo más quedona, bajando notablemente en la lenta “The Mask”, piano clásico, voz profunda, sintetizadores, bien elaborada pero con poca llegada hasta que se intensifica al final enlazando con “Confrontation” más teatral con buenos contrastes de voces y melodías entre extravagancias instrumentales incluyendo un guiño a “City of Destruction” resultando excéntricamente rotunda, prolongándose en los casi tres minutos de exuberancia instrumental de “The Battle”.

Los diez minutos finales los ocupa “Broken Sky” junto a un reprise de “Long Day”, comenzando delicada con el piano y la voz como protagonistas para ir creciendo poco a poco en presencia instrumental para acabar envolviendo con las guitarras preciosistas con clase y temple bien secundadas por teclas y melodías de voz antes de llegar al citado reprise de “Long Day” más intenso con un reconocible y vibrante punteo.

Cierre grande para un disco muy grande llamado a ser referencia del rock progresivo, aunque, eso sí, requiere del tiempo y atención necesarios para poder apreciar todo lo que lleva dentro, los estribillos facilones y los ritmos repetitivos aquí no son una opción.
Mariano Palomo

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