(Provogue / Mascot Label Group)
Este trío ya puso en
funcionamiento la maquinaria de The
Rides hace un tres años con la publicación de “Can Not Get Enough”, recogiendo una importante respuesta que les
llevó a estar nominados para algunos prestigiosos premios de blues rock en su
país y parece que impulsados por aquello, ahora acompañados por el bajista Kevin McCormick y por el batería Chris Layton, continúan el camino con
este “Priced Arrow”, lleno de esencia
y clase, recorriendo en sus diez cortes los sonidos característicos que
sirvieron como germen de todo lo que tiene que ver con el rock desde el otro
lado del Atlántico.
Se abre el disco con la polvorienta
“Kick Out Of It” con Goldberg dando un
tremendo rollo a su pianola dentro un ritmo algo honky con las marcadas
guitarras de Shepherd y Stills, como sucede en la marchosa “Riva
Diva” con un pegadizo toque sureño, o la más profundamente blues “Game On”
adornada por unos sonidos de armónica que completan a su base más pesada.
Nos invitan a bailar con la
clásicamente rockanrolera “I Need Your Loving” dotada de unos magníficos coros femeninos,
seguramente negros, que arropan la voz principal y empastan perfectamente con
su ritmo que hace que se nos muevan los pies, como en la sencilla y pegadiza “Mr.
Policeman” con unas agradables guitarras y unas melodías vocales más desnudas.
Los momentos más relajados e
intimistas también tienen cabida, como en la maravillosa “I’ve Got To Use My
Imgination” puro blues a ritmo medio lleno de sentimiento y sensualidad en su
instrumentación de guitarra y órgano y en sus envolventes voces de nuevo con
los coros femeninos enriqueciendo el tema, que también participan en la
puramente blues “By My Side” que funciona perfectamente en tonos medios y bajos
con sus aires melancólicos.
En esta misma línea aparecen la suave “Virtual World”
en onda más folk recordando a las ex bandas de Stills o a sus contemporáneos America doblándose las voces de este y de Shepherds dejando también unos
preciosistas detalles de guitarra, que se reproducen en la intimista “There Was
a Place” emitiendo cierta tristeza, antes de cerrar con la revisión del medio
tiempo de ligero sabor sureño “My Baby” original de Willie Dixon que rescatan con un punto vacilón en su aporte de piano
entre sus trabajadas guitarras. Bonito final para un disco muy agradable a la
escucha, con mucho encanto y calidad.
Mariano Palomo
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