(Frontiers /
Mastertrax)
Nos encontramos ante un nuevo
lanzamiento de uno de los grandes del A.O.R. norteamericano que prometía ofrecer
a sus fans una velada muy especial recordando todos los clásicos de la banda
con la que conquistó el dial desde mediados de los setenta hasta principios de
los noventa. Y es que cuando hablamos de Dennis
DeYoung, y sobre todo de Styx, lo
hacemos de uno de los nombres más queridos y reconocidos de la música de
Estados Unidos, autores de himnos atemporales que han recorrido el continente
de costa a costa durante décadas, y que cuando llaman a filas a sus fieles, ya
sea en conjunto o por separado alguno de sus miembros, siempre obtienen el
respaldo mayoritario de éstos.
En este caso el que fuera
vocalista del grupo, en su época más gloriosa junto a Tommy Shaw (Damn Yankees), tuvo a bien volver a Los Angeles por
primera vez en su carrera en solitario para reunir a sus fans que llenaron el
Teatro El Rey de la ciudad californiana para disfrutar durante casi dos horas
de la magia de los clásicos de Styx,
acompañado por una banda realmente competente que no hizo que se echaran en
falta en exceso a los hermanos Panozzo
y compañía. Me ha gustado especialmente la labor a las guitarras y la voz de August Zadra y del percusionista Tom Sharpe. El sonido es fantástico,
nítido, compacto, brillante, todo suena en su sitio, las voces lucen y los arreglos
no se pierden sobre unas bases rítmicas son rotundas y dinámicas.
Y en cuanto al set pues es más
que previsible, no faltan todos los clásicos de Styx, centrándose más en su etapa setentera desde la pomposa “Grand
Illusion”, pasando por la delicada “Lady”, la alegre “Lorelei”, la intensamente
sinfónica “Blue Collar Man” con su entrada clásica a lo Rainbow, la acústica “Crystal
Ball”, la entrañable balada “Babe” dedicada a su mujer desde hace cuarenta y
cuatro años, la bucólica “Foolin’ Yourself”,
la evocadora y preciosista “Suite Madame Blue” llena de detalles instrumentales,
o la rockera “Renegade”, hasta llegar a la emocionante “Come Sail Away” en la
que el público se entrega sin condiciones.
De su etapa ochentera también hay
nos deja alguna menos, comenzando por “Mr. Roboto” que con su rollo tecno-pomp y
su guiño japonés sigue chocándome, resultándome curiosa pero algo fuera de
lugar, todo lo contrario que himnos como la enorme “Best Of Times”, la no menos
intensa “Rockin’ The Paradise” que con su rollo teatral a lo Meat Loaf sigue siendo de mis favoritas
del grupo, al igual que “Too Much Time On My Hands”. Se completa esta etapa intermedia
con dos preciosas baladas como “Show Me The Way” dedicada a su hijo (qué
familiar es este hombre) y “Don’t Let It End” en clave acústica y dulzona.
Como única concesión a su carrera
fuera de Styx, al parecer a petición
de un fan, incluye el tema título de su primer disco en solitario de 1979 “Desert Moon” encajándolo perfectamente
dentro de un delicioso set que seguro que supuso una gran experiencia para los
que pudieron disfrutar en directo del mismo. Como lanzamiento puro y duro para
el gran público no deja de ser una versión ligeramente aumentada y remozada del
directo “Caught In The Act” de 1984
de Styx, que como suele pasar con
estas cosas no aporta prácticamente nada novedoso pero siempre es un gusto
recodar estos temas cuando están tan bien hechos y escogidos.
Mariano Palomo
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