(Mausoleum
Records)
Desde la capital de California,
Sacramento, y tras un primer EP de presentación del año pasado, llega el primer
larga duración de Graveshadow, una
joven banda que práctica un metal sinfónico con algunos dejes death melódicos,
góticos e industriales, y en la que la voz operística de Heather Michele es quizá lo más destacado contrastando con la
fiereza gutural de Jason Angove y
del también productor Matt “Hazmatt” Thomas.
Todo el caudal vocal y lírico se ve complementado por un sólida instrumentación
de guitarras trabajadas y poderosas a cargo de Matt Mitchell y William Walker
III, rasgando las ambientaciones y orquestaciones salidas de los teclados de la
otra fémina de la banda Valerie Hudak
que cumplimenta su labor competentemente, al igual que el batería Roman
Anderson y el bajista Benjamin Amstrong.
Se abre el disco con “Namesake”,
con las teclas de Valerie
desprendiendo inquietante misterio que es roto por un potente riff y por la voz
gutural de Hazmatt, que alterna luego
con el lirismo de la de Heather
dentro de un rítmico tempo pesado. Sigue la misma línea cadenciosa en la más
fiera “In The Road Of Desire” con la batería de Anderson machacando salvo un tramo más suave y romántico que
desaparece antes de un punzante solo de Mitchell.
Observamos mayor ritmo y
dinamismo en menos pesada “Lycan Lust” con unos golpes de voz de Heather muy cercanos a los de Nightwish respaldando la rotundidad de
sus guitarras pero con bastante carga melódica y épica explayándose en su solo
antes de llegar a un nuevo ataque rabioso de Angove. Destaca más el contraste vocal oscuro-lírico en “Winter’s
Come To Call” rodeado de buenos momentos orquestales rodeando sus intensos
cambios de ambientación pasando de la relajación a la agresividad.
Esos cambios de sonidos los
encontramos también en “Blink” de guitarras más atemperadas y pesadas, sobre
las que se desarrollan las melodías de voz tanto de Heather como de Hazmatt
completadas con una breve aparición de Ralph
Scheepers (Primal Fear) para redondear una dramatizada composición que tan
pronto nos lleva a terrenos bucólicos y oníricos, como nos golpea
terroríficamente.
Las melodías melancólicas marcan la
oscura “Fading” que dentro tempo medio inserta detalles góticos y operísticos
con discretas irrupciones guturales que se intensifican a continuación en la
inquietante de tintes doom “Exhumed”, y en
la densa “Blood And Fire” que cierra el trabajo con un barniz de tétrica
teatralidad. Cierre correcto para este interesante disco que por momentos puede
hacerse un poco pesado, pero que contiene un buen número de matices y
contrastes bien trabajados por sus intérpretes.
Mariano Palomo
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