(Ear Music)

Basta con escuchar la oscura
inicial a modo intro “Over-Underture” cuyo piano inicial hace que nos acordemos
indefectiblemente del gran Jon Oliva
antes de acelerar sobre el poderoso ritmo que impone desde su batería el
recientemente incorporado Marcelo
Moreira y los duros riffs que ejecutan Christian
Wentz y Bill Hudson, que se
tornan más tímidos en la dramatiza interpretación de “Victim Of The Night”
dejando que brille más la voz de Stevens
dentro de algún cambio de ritmo cercano al progresivo en el que de nuevo las
teclas de Hennig Wanner toman
protagonismo.
Se relaja el ritmo pero no la
pegada con la más grave “Untold Dreams” donde resalta un trabajado solo de
guitarra y una gran melodía vocal, que se ensombrece en la misteriosa “It’s All
Over” más rotunda en su concepción sobre un reiterado riff con que engancha con
facilidad, resultando más pesados en la cadenciosa “One More Day” de nuevo con
la voz de Stevens como principal
activo, tremendamente melódica y expresiva.
Sigue el ambiente sombrío y denso
en el inicio de “Ghost Of The Devil” que coge ritmo sobre unas guitarras cortadas
y afiladas, que toman más brío en la intrigante “Somewhere” donde los sonidos
progresivos de piano y teclados rodean su claro estribillo, metiendo una marcha
más en la acelerada “Deep Within” cargada de matices teatrales algo barrocos
con otra destacada aportación de Hudson
y Wentz a las guitarras.
Vuelve a brillar la pareja de
hachas con un buen solo en “Taken Away” sobresaliendo junto a las teclas de Wanner y del también bajista Paul Michael Stewart dentro de una base
bastante pesada, que se reitera en la más actual sin excesiva chispa “Sinister
Love” bajando ambas un poco el nivel medio, que se recupera en la balada “Solitary
Rain” que comienza solo con piano y voz entrando luego una suave base y unas
amortiguadas guitarras creando una agradable aunque taciturna ambientación.
Final relajado para esta más que
correcta entrega, séptima en estudio, de Circle
II Circle para seguir llevando con dignidad el testigo de los añorados Savatage.
Mariano Palomo
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