Nueva aventura del vocalista
norteamericano Jeff Scott Soto. En
esta ocasión con su apellido como cabecera el ex Malmsteen, Talisman, Eyes,
Takara, W.E.T., etc., acompañado por sus habituales compañeros en los últimos
años (Jorge Salán a la guitarra, BJ a los teclados y guitarra, David Z al bajo y Edu Cominato a la batería), nos muestra su vena más cañera y actual
con un disco que aparte de sus intérpretes no tiene demasiado que ver con lo han
venido haciendo últimamente.
Con una producción muy poderosa y
actual de la que se ha encargado el propio Jeff,
nos encontramos con una docena de temas que, sin dejar de lado la melodía,
ahondan en sonidos más duros y rotundos de lo que estábamos acostumbrados, más
aun cuando parecía haber recobrado la línea más hard melódica con “Damage Control”, último disco hasta
ahora como Jeff Scott Soto. Quizá si
este nuevo proyecto hubiera aparecido después de discos como “Lost In The Translation” o “Beautiful Mess” me hubiera chocado
menos.
En cualquier caso estamos ante
otra historia, cambio de denominación, de sonido, y ya veremos como lo acogen
sus fieles dado el grado de “talibanismo”, si se me permite la expresión, que
se da en algunos sectores del rock melódico, al igual que en otros estilos. A
mí de primeras como decía me ha chocado y he tardado en asimilarlo, pero tras
acostumbrarme a esta faceta más cañera y moderna de Soto y sobre todo de darle unas cuantas vueltas para sacarle todo
el jugo que esconde encontrando muchos más matices y aristas de las que
pudieran apreciarse en un principio, creo que estamos ante un buen y versátil
trabajo que muestra una vez más la tremenda capacidad de adaptación de Jeff.
Lo primero me que llama la
atención del disco es la energía y crudeza con la que arranca, con un tema como
“Final Say” dotado de unas afinaciones y distorsiones actuales dejando momentos
realmente brillantes con sus arreglos. Corte agresivo, desafiante, pesado, en
el que se aprecia la mano de Mike
Orlando (Adrenaline Mob) que aparece como invitado como compositor e
intérprete del mismo, un buen chute de adrenalina para empezar. Una vuelta de
tuerca más siniestra y pesada para “The Fall” con unos toques electrónicos actuales
rozando los sonidos industriales que pueden recordar a unos Nickelback endurecidos e incluso a Marylin Mason, eso sí, con unas
melodías de voz infinitamente más pulidas que las del histriónico personaje de
las lentillas de colores, resultando también bastante enérgica y de lo más
sorprendente del disco.
Con “Warth” mantiene la distorsión
alta pero en una línea más heavy, aquí se dejar notar la labor de Gus G a la guitarra salpicando de
matices su ritmo entrecortado y amortiguado por las melodías vocales que entran
a coro en su estribillo, siendo más reconocible. Por su parte “Break” resulta
más cadenciosa, correcta pero con poco brillo que aporta una vez más el trabajo
de guitarras de Jorge que rompe con
un breve e intenso solo. Un Jorge
que toma más protagonismo aún en “Fall To Pieces” encargándose de su
composición y que bien podría haberse incluido en “Lost In The Translation” de Jeff
o en los últimos discos del madrileño, actual, arrogante, y con buenas
aportaciones vocales es otro de los más reconocibles.
También nos suenan más las
armonías vocales de “Narcissitically Yours” dentro de una potente producción
actual con las guitarras pesando a lo Zakk
Wylde, como sucede en la plomiza “Karma’s Kiss” de rítmicas marcadísimas de
influjo Sabbath suavizadas una vez
más por unas claras melodías de voz. Igualmente densa y algo insulsa me resulta
“Trance” excesivamente plana con un toquecillo psicodélico en algunos sonidos
electrónicos, y sin llegar a tanto la actual “Jealousy” y el tema título “Inside
The Vertigo” también desprenden cierta oscuridad con el bajo de David Z muy presente sonando gordo
sobre una línea vocal atormentada y expresiva. Queda un poco en tierra de nadie
el medio tiempo “When I’m Older” el tema más melódico del disco pero que no
acaba de enganchar por su linealidad escasa emotividad, agradable pero sosete.
Dejo para el final el tema que
puede que por sí solo haga que merezca la pena el disco, y eso que es el más
largo y complejo del mismo. Hablo de “End Of Days” que en sus casi nueve
minutos de duración va desarrollándose desde su misterioso comienzo entre
susurrantes voces blancas para pasar por fases casi angustiosas teatralizándose
y dramatizándose con clase y altura, todo ello envuelto dentro de un ritmo
pausado desgarrado por una poderosa irrupción de guitarra y batería rompiendo junto
a unas determinantes voces y a un magnífico colchón de teclas orquestales que
me da la sensación que tiene que ver mucho con el trabajo de Soto en Transiberian Orchestra junto al guitarrista Joel Hoekstra (ex Night Ranger, Whitesnake) que también participa
como invitado. Seguramente agradará a los seguidores de Avantasia o Nostradamus
(Nikolo Kotzev).
Como decía un disco versátil,
variado, y sobre todo sorprendente en algunos sentidos para seguir escribiendo
capítulos en la extensa historia del gran Jeff
Scott Soto. Eso sí, el que espere un disco de hard melódico, que se vaya
olvidando.
Mariano Palomo
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