Después de dedicarse a sacar un
par de discos en solitario orientados al A.O.R., la vocalista sueca Angelica Rylin vuelve a unirse a su
paisano Daniel Flores (batería y
teclados) para ofrecernos la tercera entrega de The Murder Of My Sweet. Un proyecto mucho más complejo y metalero en el
que el polifacético instrumentista y compositor crea una historia más densa y
oscura que en anteriores ocasiones, pero manteniendo sus principales elementos
básicos, rodeando la voz de Angelica
de orquestaciones peliculeras, guitarras a cargo de Christopher Vetter sin excesivo brillo, y rotundas bases rítmicas
con Patrik Janson haciéndose cargo
del bajo.
Al igual que en sus dos
anteriores discos es de alabar la capacidad de trabajo y el empeño de Flores por dar forma a una compleja
obra que aun teniendo momentos de cierto brillo sigue haciéndoseme
excesivamente pesada y aburrida por momentos. Angelica está correcta pero tampoco me parece una locura de
cantante, y entre unas cosas me resulta algo complicado señalar algún momento
concreto sobre el resto, quizá resaltaría la mayor carga de pasión de “Always
The Fugitive” con una melodía de voz más ligera abriéndose paso entre una
rotunda orquestación, al igual que en la más metalera “The Humble Servant” en
la que se dejan notar los rasgueos secos de Vetter junto a un estribillo
asequible a lo Within Temptation.
Antes unos cuantos cortes que no me han dicho gran cosa, comenzando por la
intro “Hell on Earth” que enlaza con la envolvente y oscura “The Awakening”
adornada por unos suaves coros infantiles.
Por su parte “Bitter Love” es
sombría y dramática, contando con el aporte de una voz masculina junto a la de Angelica que acaba pasando casi
desapercibida ensombrecida por unos apabullantes coros, a los que suceden los
pesados acordes de “Still” que se pierde en su linealidad. En clave más lírica nos
encontramos la también rescatable y extensa “Requiem For a Ghost” salpicada de cambios
rítmicos y ambientales incluyendo también partes dialogadas a modo de dueto,
para enlazar luego con la cortante “Euthanasia” que es en la que más se deja
notar la guitarra de Vetter con
mayor distorsión dentro de una ambientación densa con toques sintetizados.
Desde aquí hasta el final poco
que destacar, “Tide After Tide” se queda a medias en su intento de lirismo a
dos voces, “Poets By Default” más dura y pesada, con intención pero sin rematar,
al igual que la atormentada “Heaven Sucumb” que se pierde en su densa
orquestación. Mejora la historia en el final con el corte más largo del disco “Means
To An End” enriquecido por cambios de ritmo y de tonalidades dentro de una
trabajada estructura teatral.
Lo dicho, meritorio pero escasamente
atractivo para mi gusto este tercer acto de The Murder Of My Sweet, seguro que habrá gente que sabrá apreciarlo
y sacarle mucho más jugo.
Mariano Palomo
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