
Tras una larga temporada de cambios
de formación, discontinuidad y discos no demasiado atractivos, en 2009 Lynch volvió a reclutar al cantante Oni Logan con el que ya grabó “Wicked Sensation” y la banda volvió a
funcionar con algo más de rigor, aunque con parones nos dejaron un par de correctas
entregas como “Somoke and Mirrors” y “Sun Red Sun”, y ahora atacan de nuevo
con este “Rebel”. Un disco bastante
rítmico y pesado en general, con la destacada presencia del bajista Jeff Pilson (ex Dokken, Foreigner) y
del batería Brian Tichy (ex
Whitesnake, ex Foreigner) que, por cierto, no giran con el grupo siendo Sean McNabb (Dokken, Burning Rain) y Jimmy
D’Anda (Bulletboys) quienes forman la base rítmica en directo actualmente.
Como decía este disco es bastante
pesado en su concepción rítmica, pero encerrando una interesante riqueza compositiva
que nos lleva a los orígenes setenteros en cortes como la cadenciosa “Testify”
con la expresiva voz de Logan embaucándonos, al igual que en la sensual e hipnótica
“Jelly Roll” compartiendo protagonismo con la guitarra de Lynch llena de mágica esencia. Se emboscan dentro de la densa
atmósfera stoner que se crea en “Kingdom Slaves” claramente deudora de Black Sabbath, cuidando sus melodías de
voz y rematándola con un buen solo de guitarra, siendo tan densa como atractiva,
algo que también consiguen aunque en menor medida con la inicial “Automatic Fix”,
y resultando más pesados y menos resolutivos en “The Ledge” que cae en una
suave monotonía, al igual que el misterioso medio tiempo “The Hollow Queen”.
Bastante más atrayentes me han
resultado “War” con su ágil ritmo marcado por unos Pilson y Tichy magníficos llevándola hasta un
potente estribillo y con otro brillante solo, resaltando igualmente en la
polvorienta “Between The Truth and a Lie” destilando cierta esencia sureña y
blues recordando a los primeros tiempos del grupo, como sucede con la tórrida “Pine
Tree Avenue” marcada por unos riff cortados y una gordísima base rítmica
matizados por unas buenas melodías de voz.
Se completa el disco con dos
cortes de alto octanaje guitarrero, la hechizante “Sanctuary” vigorosa y
sólida, y la curiosa “Dirty Money” en la que concurren momentos lisérgicos de
bajo y guitarra, palmeos marcando el ritmo y efectos de megáfono vocales creando
el tema más experimental y raro del trabajo. Un trabajo que desde luego no
entra a la primera pero que contiene buenos e intensos momentos aunque, eso sí,
aun a cierta distancia de los mejores Lynch
Mob.
Mariano Palomo
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