(Ear Music)
Después de tocar techo siguieron
con aquel inmenso redondo ofrecieron algún trabajo más hard rockero con su
formación original hasta que a finales de la década Mike Vescera sustituyó al cantante titular Minoru Nihara con el que la banda, siempre liderada por el inmenso
guitarrista Akira Takasaki, registró
un par de buenas entregas, para entrar luego en un marasmo de entradas y
salidas en el grupo que creo que terminó por confundirles llevándoles a unos
sonidos más pesados y experimentales. Algo que hizo que, a pesar de no parar de
publicar discos tanto en estudio como en directo, muchos les perdiéramos
prácticamente la pista hasta que hace un lustro empezaron a rescatar poco a
poco su sonido más clásico con álbumes como “2.0.1.2”,
“The Sun Will Rise Again” y este que
ahora nos ocupa.
Así, recuperada la alineación
titular prácticamente íntegra con Minoru
y Akira al frente junto al bajista Masayoshi Yamashita, acompañados por el
competente batería Masayuki Suzuki que
sustituyó al original Munetaka Higuchi
tristemente fallecido en 2008, Loudness
parecen volver por sus fueros, aunque con matices como hemos tenido oportunidad
de apreciar tanto en estos últimos discos como en directo en un par de
ocasiones no hace demasiado. Y es que el tiempo pasa para todos, y la energía
que era capaz de desprender Nihara
con su voz ya no es la misma, sigue siendo perfectamente válido manteniendo su reconocible
timbre pero se nota que ya no puede llegar a donde llegaba antaño, bajando
tonos inteligentemente. El resto del grupo sigue a nivel top, con un Akira siempre tremendo manteniéndose
como uno de mis hachas favoritos, sustentado por la precisa pegada de Suzuki y la sólida pulsación de bajo de
Yamashita.
En cuanto a los temas, no todos me
parecen igual de redondos y atractivos, pero superan ampliamente el aprobado, llegando
bastantes al notable y rozando el sobresaliente en algún caso. Y eso que el
inicio con “8118” a modo prácticamente de intro nos hace temernos una vuelta a
los tiempos oscuros, un monótono minuto y pico de inquietante instrumentación
que afortunadamente desaparece para dar paso a “Soul On Fire” en la que ya
apreciamos la personal afinación de Akira
llevando sus riffs junto a la buena modulación vocal de Minoru sobre una técnica base, rompiendo poderosa en su estribillo
sin necesidad de subir mucho el tono, sonido de esencia clásica del grupo actualizado
en su justa medida.
Con “I’m Still Alive” dan un giro
de tuerca más, arrollando con unos ataques rítmicos tremendos machando Suzuki su batería por momentos en clave
thrash empastando con melodías vocales limpias y agresivas llegando hasta un
virtuoso solo de guitarra para redondear un original corte pleno de energía y
nivel instrumental. Siguen las rítmicas con mucho peso con el bajo luciendo en
la más oscurilla “Go For Broke” con la voz de Niahara más justita pero cumpliendo en clave más teatral, recordando
ligeramente a King Diamond más por
la estructura de la composición que por la voz en sí.
Baja la intensidad con la lenta “Until
I See The Light”, correcta instrumentalmente pero demasiado pesada, con un aire
algo angustioso en su interpretación dentro de un desarrollo bastante lineal
haciéndola la menos atractiva del disco para mi gusto. Mejoran con “The Voice”
con mucho más cuerpo y melodía, salpicada de originales y deliciosos arreglos
de guitarra rozando el progresivo, para volver a la rotundidad total con “Massive
Tornado” de nuevo con elementos thrashers sobre todo en su base rítmica atacada
por unos afiladísimos riffs dejando un aire épico en su curioso estribillo,
otro de los temas más completos de esta entrega.
Paréntesis instrumental con “Karma
Sutra” para mayor lucimiento de Akira
experimentando durante algo más de tres minutos con su guitarra con notable
gusto y técnica, para atacar seguidamente con el tema que da título al álbum “Rise
To Glory”, uno de los más clásicos del mismo, de nuevo con la voz dosificándose
para llegar donde puede llegar bien apoyada de coros en una onda guerrera y
dramatizada por momentos con un break central que desemboca en otro tremendo
solo de guitarra. Sigue la línea clásica, más aún, con la cabalgante “Why And
For Whom” dinámica en su instrumentación acompañada de unas muy buenas melodías
de voz que brillan sobre una rítmica muy Accept,
algo característico en los inicios de la banda.
No se apartan de esta onda con “No
Limits” también bastante melódica pero más lineal dejándonos otro gran solo de Akira, en este caso más barroco, cayendo
luego más densos en la melancólica “Rain” que rezuma cierto aire Sabbath creando una hipnótica
ambientación, que desaparece en el final para que se marque con fuerza el ritmo
marcial de “Let’s All Rock” que recuerda mucho en su cadencia a “The Zoo” de Scorpions pero con algo más desgarro
hasta llegar a un espectacular solo de guitarra, uno más.
Un buen disco a la primera
escucha, bastante bueno a la segunda y notable ya a la tercera, para recuperar,
esperemos que definitivamente, a la banda más grande que ha dado
la Tierra del Sol Naciente. Queda pendiente la visita a Madrid, a ver quién
recoge el guante.
Mariano Palomo
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