(Parlophone)
Después de los
insufribles bodrios con los que Harris y compañía nos han “deleitado” en sus últimas
entregas, un nuevo trabajo de Iron
Maiden ya no puede ser recibido con buena disposición. En los buenos
tiempos esperábamos con ansia cada nuevo disco, y ahora simplemente nos
preguntamos si merecerá la pena escucharlo siquiera.
Por eso al comenzar
este “Book Of Souls” y encontrarte
con el primer corte, “If Eternity Should Fail” la verdad es que te llevas una
sorpresa agradable. Bien es verdad que es un tema muy largo, de ocho minutos y
medio, bien es verdad que el ridículo monólogo del último minuto se lo podrían
haber ahorrado, bien es verdad que Maiden
ha compuesto canciones muchísimo mejores. Pero desde luego este tema supera
por goleada él solito a “A Matter Of Life
And Death” y “The Final Frontier”
completos. “Speed Of Light” es quizá la canción estrella del disco. Corta,
cañera y comercial, se queda a pocos peldaños de alcanzar la inmortalidad de
himnos como “Run To The Hills”, “Can I Play With Madness” o “From Here To
Eternity”. “The Great Unkown” es un tema un poco extraño pero que funciona, tarda
un poco en arrancar pero después se deja escuchar muy bien. Como pega tenemos el
larguísimo final instrumental, que no habría pasado nada si lo hubieran
reducido un poco en vez de estirar el corte hasta casi los siete minutos.
“The Red And The Black”
es una de esas pocas canciones extensas que no se hacen pesadas, y eso que dura
casi catorce minutos. Carece de estribillo, en su lugar hay unos coros sin
letra, como en “The Trooper”. “The River Runs Deep” es un tema muy cañero con
el sabor de los Maiden de toda la
vida. Muy adecuado para el directo. A continuación viene la canción que da
título al álbum, “The Book Of Souls”, la cual aunque también demasiado larga,
con más de diez minutos, no está nada mal. En varios momentos recuerda a los
tiempos de “Powerslave”. La acelerada
“Death Or Glory” es otra de las mejores, también nos transmite la sensación de
que han vuelto los Iron Maiden que
nunca debieron marcharse. “Shadows Of The Walley”, tiene en su contra una vez
más la amplia duración, de casi ocho minutos, pero a decir verdad tampoco cansa
y entra bastante bien. En este caso podemos encontrar similitudes con el álbum “Somewhere In Time”. El comienzo se
parece mucho al de “Wasted Years”, y los coros centrales están en la onda de
los de “Heaven Can Wait”. “Tears Of A Clown” es una de las más comerciales y cortas,
con apenas cinco minutos. También en el estilo de los mejores años de la banda.
Podría haber sido el cierre perfecto de “The
Book Of Souls”.
Y es una pena, porque a
partir de aquí las cosas se tuercen. Pese a que hay varios temas bastante
largos y a que ni por asomo es el mejor disco de Iron Maiden, hasta el momento ha sido un trabajo muy digno infinitamente
mejor que sus horribles predecesores. Con tantos minutos y nueve cortes es
suficiente hasta la siguiente entrega. Pero… no. Harris y los suyos no parecen entenderlo así. La décima canción, la
lentorra “The Man Of Sorrows” aparte de
ser también demasiado extensa con seis minutos y medio, no convence. Es difícil
explicarlo con palabras, es una composición insulsa a la que le falta algo.
Pero lo peor es “Empire Of The Clouds”. Cuesta mucho poder terminarlo, son 18 minutos
eternos, inaguantables. Si has escuchado el disco desde el principio, ya no
queda ánimo para tragarse más canciones interminables, pero es que además es
aburridísima.
Una lástima que un álbum
que parecía haber recuperado la esencia perdida de Iron Maiden se estropee en su recta final por una manía mal
entendida de primar la cantidad sobre la calidad. Pero la solución es bien
sencilla. Basta con no volver a escuchar las dos últimas canciones y disfrutar
del resto.
Nacho
Jordán
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