(Ear Music)
Una de mis debilidades musicales
desde que aparecieron en la escena hard rockera británica hace un cuarto de
siglo son los magníficos Thunder.
Una banda con una clase y calidad que, en mi modesta opinión, debería haberles
llevado mucho más lejos de lo que lo ha hecho, aunque tampoco es que estén
perdidos en el underground. Con una buena base de fans y con un gusto a la hora
de componer y grabar al alcance de pocos el quinteto inglés ha ido completando
una más que fructífera cosecha de discos, desde el ya lejano pero
imprescindible “Back Street Symphony”
que les abrió las puertas de la MTV o del mítico Festival de Donington, pasando
por joyas como “Laughing On Judgement Day”
o “Behind Closed Doors”, hasta su
producción más reciente con muy buenos discos como “The Magnificent Seven”, “Robert
Johnson’s Tombstone” o “Bang”.
Seis años después, tras otra de
sus enésimas despedidas aderezadas con sus correspondientes recopilatorios y
directos, vuelven a la carga con una preciosidad de disco lleno de esencia hard
blues, algo menos inmediato pero con un feeling tremendo. Pueden echarse en
falta riffs más marcados y más estribillos coreables, que los hay, pero el
conjunto tras unas cuantas escuchas resulta de lo más seductor.
Comienzan con el tema título “Wonder
Days” un encantador ejercicio de nostalgia en clave setentera con unos aromas Zeppelin en las guitarras de Luke Morley y Ben Matthews (afortunadamente parece recuperado ya del tumor de
amígdalas que le extirparon) envueltas en la calidez de la inmensa voz de Daniel Bowes acompañada por unas muy
buenas coristas que tienen su peso en todo el disco, creando un clima
espectacular con un ligero pellizco slide sureño. Ese rollo zeppeliniano
también aparece en la cabalgante “The Prophet” con unos rasgueos cortados que
son puro Page maridando con unas
insinuantes oscilaciones vocales, que comparecen también en la cadenciosa “Chasing
Shadows” que crece sobre su embaucadora melodía rítmica algo soul, siempre con
el gran Harry James marcando el
ritmo con su batería junto al sobrio bajista Chris Childs.
Nos recuerdan más a sus primeras
etapas con la contagiosa “The Thing I Want”, vacilona y pegadiza con unos
toques de pandereta que siempre molan y con un estribillo doblado que es de los
mejor se quedan a la primera siendo de las más “bailongas”, junto a la
divertida “I Love The Weekend” que a ritmo de rock & roll clásico y
sencillo hace que se nos vayan los pies sin remisión.
Las referencias sonoras más
próximas a Bad Company-Free no
podían faltar, y así se acentúan sobremanera en la embaucadora “The Rain” pura
calidez acústica con sonidos de mandolina al más puro estilo “Seagull” suave y
envolvente, como sucede en menor medida en la magnífica “Resurrection Days”,
asequible medio tiempo de gran melodía vocal y acertada alternancia
electro-acústica, o en la curiosa “When The Music Played” con la voz de Bowes prácticamente relatando su letra
de nuevo acompañada por unos buenos coros suaves pero que se torna casi
psicodélico con un cambio de ritmo y guitarras que desaparecen luego volviendo
a su sonido inicial con un punto soul.
Esa carga soul se incrementa en la
tierna balada “Broken”, plena de expresividad y calidez, o en la atormentada a
medio gas “Black Water” que con sus tremendas guitarras y sus segundas voces en
puente y estribillo se llena de rollo, como la blues-country “Serpentine” con
unos sonidos slide que van creciendo en ritmo acelerando a lo ZZ Top creando un entretenido momento guitarrero.
Thunder han vuelto, seguramente nunca se fueron del todo, y lo han
hecho con otro señor disco que además han tenido el buen gusto de editar en
diversos formatos (doble vinilo, CD sencillo, doble CD con un directo del
Wacken de 2013), y con una presentación y fotografías vintage que son
sencillamente maravillosas. Ahora sólo falta que se prodiguen un poco más en
directo y vengan a presentarlo por aquí.
Mariano Palomo
No hay comentarios:
Publicar un comentario