(CD Music)
Así tras la suave intro “0:00
A.M.” atacan a golpe de redoble marcial con la elaborada “Ríos de Sangre” yendo
desde la rapidez power metalera inicial a partes más tranquilas con cuidadas
guitarras de aires progresivos en las que luce el buen hacer Cristóbal Otero y Adrián Rosende junto a los matices vocales de Icko Viqueira con algún fiero toque gutural.
Continúan con el atemperado ritmo
cabalgante de la dramatizada “Sentencia” con la caja de la batería de David Castro muy marcada formando un versátil
bloque rítmico con el bajista Ramón
Rodríguez, y entre los que se cuelan las escalas de guitarra y los potentes
aportes líricos de la vocalista Pilar
Fernández (Dharma) contrastando con los tonos engolados de Icko.
Más épica con la agonística “Arcilla
y Mármol” dejando ciertas reminiscencias Maiden
en sus rítmicas y con matices vocales oscuros en algunas fases pero sin acabar
de arrancar del todo para mi gusto, algo que si consiguen con más fuerza en la
power de ritmo disparado “Parte de Ti” en clave guerrera con al apoyo
esporádico de las teclas de Ramón
Viqueira dando un acertado toque sinfónico, que se torna melancólico en el
piano inicial de “Esclavo del Ayer” que va cogiendo cuerpo con un riff duro
creciendo en ritmo e intensidad sobre el que se dobla su poderoso estribillo.
Siguen exhibiendo pegada y
versatilidad con “Roto” ritmo alto sobre un buen colchón de teclas y una buena
melodía vocal atemperándose por momentos para completarse con un técnico solo
de guitarra, para endurecerse luego con la más machacona “Respirar” en la que
destaca la voz dramatizada dándola un
ligero punto angustioso para terminar acelerando con un rápido solo de guitarra,
prolongando el ritmo alto con la desafiante “El Mismo Pecado” en el que se dejan
notar los matices vocales de José Andrea
(Uroboros, ex Mago de Oz) que aparece como invitado dentro de unos aires
guerreros y melódicos.
Llegamos a la recta final con la
rotundamente épica “Ojos de Niebla” con unas teclas que la rodean de misterioso
encanto dentro de su reiterada rítmica, como sucede en cierto modo con la más
lineal “Triste Final” que se desarrolla en un tempo medio con la voz de nuevo
algo engolada recordando a los madrileños Leyenda,
antes de cerrar definitivamente con la “outro” “23:59 P.M.” repitiendo el
sonido de caja de música del comienzo del disco.
Disco bien elaborado en su
conjunto, en el que se atisba dedicación y trabajo, ofreciendo un resultado
final que, dentro de la previsibilidad de su estilo, ofrece momentos más que
interesantes suponiendo un paso más en la trayectoria de la banda gallega.
Mariano Palomo
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