(Kscope Records)
Uno de los referentes del rock
progresivo mundial, Steven Wilson,
nos ofrece en estos días un interesante EP en el que se recogen cuatro temas descartados
de las sesiones de su último LP “Hand.Cannot.Erase”,
uno del anterior “The Raven That Refused
To Sign”, y una versión de una composición de su banda madre Porucpine Tree. En general son temas
tranquilos y suaves, pero muy elaborados cuidando hasta el último detalle, como
suele ser costumbre en el vocalista, instrumentista y compositor londinense.
Comenzando por “My Book Of
Regrets” composición de más de nueve minutos y medio de duración que empieza
embaucadora y delicada con su susurrante voz y sus rasgueos acústicos
envolviendo una base rotunda y unas teclas evocadoras, llegando a su segundo
tercio con un cambio de ritmo aumentando la presencia de la percusión y el bajo
dentro de una ambientación espacial, acariciando luego con un preciosista solo
de guitarra.
Sigue el sonido pausado y
misterioso en el inicio de “Year Of The Plague”, que va creciendo muy
lentamente sobre una acústica pellizcada y un melancólico violín creando una envolvente
ambientación tan agradable como monótona. Se dinamiza el ritmo con la sinfónica
“Happiness III” que también arranca tranquila pero que luego va cogiendo cuerpo
y pegada templada por una buena melodía de voz y guitarra.
Con la instrumental “Sunday Rain
Sets” vuelve a relajarse el sonido acercándose al soft jazz con una deliciosa
interpretación en la que sus aportes acústicos y sus cuidadas percusiones se
ven sobresaltados mínimamente por un potente ataque eléctrico antes de caer
definitivamente. Se prolonga el toque jazzie pero con más ritmo en el comienzo
de la sinuosa “Vermillionocore”, destacando su base rítmica y sus
sintetizadores de corte futurista, rompiendo luego cañera y progresiva
exhibiendo músculo y pegada.
Se completa este EP con “Don’t
Hate Me”, la citada versión de Porcupine
Tree en la que Steven está
acompañado a la voz por Ninet Tybet,
creando un expresivo dueto dentro su relajada ambientación, algo melancólica, y
donde también hay lugar en su extensa duración para apreciar bellos aportes
acústicos, sonidos sintetizados, cierta improvisación, un bonito solo de
guitarra, y hasta otro inquietante de saxo, todo ello ejecutado con un tremendo
gusto marca de la casa.
Hasta que publique un nuevo larga
duración, los seguidores de Wilson
pueden ir degustando estos seis temas que, como aperitivo, no están nada mal.
Mariano Palomo
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