(AFM / Avispa)
Tras sorprender hace tres años con el primer disco de este nuevo proyecto bautizado como Voodoo Circle, el notable guitarrista alemán Alex Beyrodt (Silent Force, Sinner) vuelve con este segundo manteniendo e incluso mejorando a aquel. Sigue en la línea del buen hard rock clásico plenamente inspirado en la saga Purple, especilamente en Rainbow, con la figura de Ritchie Blackmore como referente absoluto para el señor Beyrodt que ha encontrado en el vocliasta David Readman (Pink Cream 69) al complemento perfecto para sus composiciones. No se quedan atrás el experimentado Matt Sinner al bajo, Markus Kullmann a la batería y el teclista Jimmy Kresic que aportan su buen hacer para crear un intenso y limpio sonido. Se abre el disco con la dinámica pegada de “No Solution Blues” más cercano al sonido PC69 pero siempre con la vena del hard clásico con la voz de Readman brillando con la fuerza y melodía de su estribillo junto a la versatilidad de las guitarras de Beyrodt. Esa onda aparece también en “This Could Be Paradise” que me ha enganchado por su ritmo vivo y evocador, y en la alegre “Don’t Take My Heart” con buena participación del hammond de Kresic dándole un interesante toquecillo blues setentero. El sonido puramente Rainbow, sobre todo en las guitarras, se apodera de “King Of Your Dreams” con buenas voces y teclas, como sucede en la inquietante “The Heavens Are Burning”, de la apasionada y profunda “Broken Heart Syndrome” inspirada en la época Dio de la banda del Arco Iris, al igual que la lenta “Blind Man” con brillo y cuerpo, mientras que es a la etapa Turner a la que me recuerda el medio tiempo de contagioso estribillo “I’m In Heaven” a pesar de percibirse cierta desgana en la voz de Readman. Más cercana a los Pruple setenteros “Devil’s Daughhter” con profundiad de voz y sonido hammond junto a la guitarra del titular del grupo llena de feelin’, como sucede en la más tendida “Broken Heart Syndrome”. Más heavy e igualmente melódica “When Destiny Calls” marcada por las líneas vocales asequibles y matizadas, que dejan sitio a ritmos alegres y vacilones en “Heal My Pain” con un ritmo cortado por unos curiosos arreglos de guitarra a lo Hendrix, cerrando con la más malmsteeniana “Wings Of Fury” que comienza suave con guitarra española para romper rápida a continuación. Un disco realmente interesante, bien ejecutado, y que debe convertirse en un fijo para los seguidores del hard rock clásico, sobre todo de los que echamos de menos al mejor Ritchie Blackmore.
Mariano Palomo
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