jueves, 20 de abril de 2017

DEEP PURPLE “Infinite”


(Ear Music)

Tras anunciar su larga gira de despedida, ya veremos si es la última y lo que dura, las leyendas británicas del hard rock, Deep Purple, ponen en circulación su vigésimo trabajo en estudio. Un disco que no sabemos si cerrará un ciclo o pondrá el punto final definitivo a la carrera de la banda, pero que en cualquier caso resulta lo suficientemente interesante como para seguir prestándoles atención. Evidentemente los años no pasan en balde y la energía desbocada de antaño hace tiempo que ha rebajado notablemente su intensidad, pero la clase y el talento aún están presentes como signo diferenciador de los padres del estilo que, a pesar de todo, a día de hoy sigue cautivando a millones de fans en todo el globo.

Con tres de sus pilares básicos al frente, Ian Gillan a la voz, Roger Glover al bajo y Ian Paice a la batería, acompañados desde hace algún tiempo por el genial teclista Don Airey, y hace ya bastante más por el brillante guitarrista Steve Morse, han facturado un disco que continúa en la línea de las últimas entregas de la formación. Temas nítidos, de alto nivel instrumental con gran protagonismo de los teclados, adaptados a las capacidades vocales de Gillan en estos tiempos, y con el encanto y elegancia que sólo los elegidos son capaces de ofrecer después de medio siglo de carrera.

Comenzamos a comprobar que el nivel técnico sigue intacto con la intensamente virtuosa “Time For Bedlam” de cadencia viva, guitarras potentes, teclas intensas y melodías vocales expresivas sin necesidad de subir de tono con un estribillo recordable y claro. Más insinuantes se muestran en “Hip Boots” con un sonido más sinfónicamente clásico en el que la pegada de Paice se deja notar dentro de su sinuoso ritmo que se acelera con un buen duelo Morse-Airey. Una confrontación que se prolonga e intensifica en clave más relajada en “All I Got Is You” llena de embrujo con unos teclados y guitarras más que notables junto a una clara y rotunda interpretación vocal de Gillan.

Se aviva el ritmo a golpe de piano y riff rockero en la vacilona “One Night In Vegas” sencilla y resultona donde, sin olvidar al resto de instrumentos, brilla con luz propia su gran trabajo de percusión, al igual que en la más pesada “Get Me Outta Here” que parece muy “seria” con un groove gordo en su base pero que luego se aligera un poco reiterando su melodía central y con unos “adioses” en francés, español y alemán dentro de su letra que suenan a despedida.

Recuperan la vena más sinfónica con la suave “The Surprising”, agradable y delicada composición en su comienzo que rompe intensa e insinuante con unos redobles marcados que dan paso a unos cuidados y evocadores teclados y guitarras marca de la casa. Más rockera resulta “Johnny’s Band” de orgánicos sonidos y claras melodías de voz pegadizas en su simpático estribillo, dejándonos otro bonito duelo de guitarra y teclados, volviendo al sinfonismo con “Top Of The World” aunque sin perder el tono desenfadado y asequible en su melodía vocal.

Para el final queda la curiosa “Brids Of Prey” con la voz de Gillan tratada con un efecto robótico que casa con los sonidos espaciales y psicodélicos de los teclados de Airey dentro de un ritmo cansino que no me acaba de convencer, completándose el disco con una personal revisión del clásico “Roadhouse Blues” de los Doors que les queda bastante bien con unos toques de armónica y piano que le dan un resultón toque distinto pero respetando la esencia original del tema.

Buen cierre para un disco variado, entretenido y brillante por momentos, que aún no sabemos si será el último de Deep Purple, y que cumple más que de sobra dentro una discografía llena de auténticas obras de arte imprescindibles en la historia del hard rock y de la música en general.

Mariano Palomo

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