(Mascot Records)
Unos temas algo más rebuscados y
menos conocidos en general que los de su primer volumen de versiones de blues que
nos sirven, además de para disfrutarlos de por sí, para ahondar en las raíces
de la música más rica e influyente del siglo XX. Así nos encontramos con
nombres como el de Freddie King al
que recuerdan con una sensual y tórrida revisión de “Big Legged Woman”, blues
rock de alto octanaje marcado por la áspera y potente voz de Chris Robertson y las vibrantes
guitarras del propio Chris y de Ben Wells, adornadas por unas embaucadoras
notas de piano llenas de gusto, resultando lo suficientemente adictiva para engancharnos.
A continuación nos encontramos
con una muy actualizada revisión de “Me & The Blues” del gran Robert Johnson, con el bajo de John Lawhon tremendamente marcado con
dejes funkies creando una base gorda y competente junto al batería John Fred Young, para que la pareja de
guitarristas sigan luciendo un gran nivel aportando feelin’ y clase junto a unos
orgánicos toques de teclados, con un breve solo incluido. Unas teclas con menor
presencia en la sensual y descarnada “Al Your Love (I Miss Loving)” del Otis Rush, a ritmo pausado embaucando
sobre unas curiosas percusiones, con ecos del Delta del Mississippi que se
rompen sobre un compás clásico 3x4 para volver de nuevo a terrenos sinuosos en
su parte final con la aparición del órgano.
Más sencilla y machacona resulta “Down
In The Bottom” de Howlin’ Wolf, con
la caja de la batería sonando algo hueca junto a un riff reiterativo y sencillo
entre el que se cuelan algunos buenos dibujos de guitarra y órgano, brillando
más la instrumentación en la más ligera con toques western “Early One Morning”,
popularizada en su momento por Pernell
Roberts, actor de la serie sesentera Bonanza,
y que Black Stone Cherry llevan a su
terreno con polvorientos pasajes slide, vacilones cambios de ritmo y
descarnadas partes vocales, rematando con un pesado e incisivo solo de
guitarra.
Se cierra el trabajo con la
pantanosa “Death Letter Blues” de Son
House, desprendiendo desgarro, dentro de una atormentada atmósfera con la
voz de Robertson creciendo rasgada y
matizada acompañada de oportunos toques de armónica y pianola, mientas las
guitarras siguen tan potentes e intensas como de costumbre. Magnífico cierre
para otra más que notable entrega de una de las mejores bandas de hard
rock/blues rock de los últimos tiempos.
Mariano Palomo
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