(The Fish Factory)
Después de dos muy buenos trabajos
como fueron “Sex, Booze & Tattoos”
(2013) y “Here Comes The Jokers”
(2015), vuelven a atacar con este magnífico “Never
Say Forever” en el que siguen destripando buen hard-sleazy lleno de actitud
y energía, sin dejar a un lado la gran evolución técnica y compositiva de sus
miembros, encabezados por el carismático Lazy
Lane, uno de nuestros mejores
frontmen actualmente, y que cada día aporta más matices y registros a su voz,
perfectamente rodeado por Yannick a
la guitarra, Luke al bajo y Alex a la batería.
Entre los cuatro descerrajan en
este nuevo trabajo ocho cortes directos y crudos en su esencia, pero versátiles
y variados con no pocos detalles instrumentales que enriquecen el resultado
final, para conseguir tenernos atrapados, bailando, cantando y moviéndonos
durante casi media hora que, al menos a mí, se me hace realmente corta.
Comenzando por la venenosa “Anaywhere”, sucia, arrastrada, punzante, pero para
nada carente de melodía, creando un cruce entre los Guns n’ Roses más crudos y los primeros Faster Pussycat.
Siguen en la misma línea pero con
mayor riqueza guitarrera en la más atemperada “Nasty Habits”, desafiante y melódica en su estribillo y vacilona en su
ritmo insinuante dándole mucho rollo callejero, que se relaja en la hard
melódica “Believe” con el bajo de Luke
marcando su cadencia intrigante que rompe brillante en su pegadizo estribillo
doblado.
Vuelven las asperezas con “I Am
Rock’n’Roll” todo poderío y arrogancia llena de actitud en un ritmo que va
subiendo apoyado en su rotunda base y sus logradas armonías vocales, para meter
un punto más descarado y festivo en la Poisonera
“Hey Babe” con la voz de Lazy más
cazallera y con la guitarra de Yannick
recordando bastante a la de C.C. DeVille
quedándoles bastante resultona, al igual que la sucia y precisa “Stay Behind”
con la que es imposible no recordar a Lemmy
y Cía, dejándonos un descarnado rastro de distorsión de alto octanaje.
Se relaja el ritmo con la sinuosa
“Set My Soul On Fire”, de nuevo con el sonido de bajo muy presente junto a un
preciso y acertado apoyo acústico por detrás de una penetrante interpretación
vocal y de guitarra muy a lo Cult “Electric”-“Sonic Temple” era, trayendo
a colación por ende a sus paisanos Uzzhuaia,
redondeando uno de los temas más elaborados y embaucadores de la discografía de
Jolly Joker.
Para el cierre nos reservan “I
Wanna Go”, otro buen ejercicio de hard sleazy con guapos aportes de piano y
órgano entre furibundos ataques guitarreros, para acabar de rematarnos con su
pegadizo estribillo, y para poner el broche a otro gran disco que, como único
pero le pondría su corta duración, por lo demás altamente recomendable.
Mariano Palomo
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