Siguiendo la estela de la primera
parte de ““Chronicles Of The Immortals” publicada el año pasado, los alemanes Vanden Plas continúan con esta segunda
parte completando y simplificando la intrincada historia filosófica y
existencialista creada por banda y por el dramaturgo Wolfgang Hohlbein con Andrej
Delany como protagonista. Una historia que seguro que se comprenderá mucho
mejor si se asiste a su representación teatral, pero que en lo puramente
musical no deja de ser, ni más ni menos, que un conjunto de elaboradas
composiciones con el rock progresivo como base y en el que los cinco
componentes del grupo desarrollan su talento y creatividad con gran competencia.
Todos los miembros del grupo
muestran un gran nivel, desde la gran capacidad interpretativa del vocalista Andy Kuntz, hasta la poderosa
aportación rítmica de Torsten Reichert
y Andreas Lill a la batería y al
bajo respectivamente, sin olvidarnos por supuesto del virtuosismo y clase del
guitarrista Stephan Lill y
especialmente del magnífico teclista Günter
Werno. Logran todos ellos crear unas magníficas ambientaciones llenas de
teatralidad que comienzan con “In My Universe”, precedida como antetítulo de “Vision
11”, continuando donde lo dejaron en la primera parte con “Vision 10” y
siguiendo la secuencia esta segunda hasta la “Vision 19” con la que se cierra
el disco.
Inicio rotundo y misterioso, con
cambios de tiempo y ambientes, muy sinfónico en sus arreglos arropando la
intimista ejecución vocal de Andy
que sube por momentos sobre una base marcadamente progresiva. Se suaviza el
sonido con la recitante “Godmaker’s Temptation” resultando de lo más envolvente
pero sin perder su sólida pegada, que rompe impetuosa en el inicio de “Stone Roses
Edge” con un afiladísimo riff tan técnico como poderoso rasgando con fuerza su
ritmo que se atempera por momentos antes de llegar a un brillante duelo de
teclas y guitarra donde se lucen Stephan
y Günter.
Se alargan especialmente después
en el desarrollo de los más de trece minutos de “Blood Of Eden” que comienza
muy relajada y casi onírica con sonidos de flauta, piano y violín para ir
creciendo con la entrada de la guitarra más dura y con algunas subidas de tono
vocal bien trabajadas incluyendo una parte en alemán y en italiano resultando
más oscura y dramática. Se aclara la melodía vocal en la cadenciosa “Mosnter”
pero sigue en la misma línea, más melancólica quizás, pero de nuevo con una
gran riqueza de adornos de teclas y guitarra.
Mayor presencia orquestal en la
no menos teatral “Diabolica Comedia” que sin un gran ritmo es capaz de mantener
un buen grado de intensidad progresiva, al igual que la atormentada “Where Have
The Children Gone” de gran melodía y dramatismo, endureciéndose en su tramo final
para enlazar “The Last Fight” matizada por unos coros líricos y por unos arreglos
de teclas bucólicos creando un logrado contraste con los golpes de voz de Andy que se torna más grave y profunda
envolviéndose dentro una lúgubre ambientación con la participación de un suave
coro de voces blancas y de una completa orquestación que va subiendo de
intensidad hasta le entrada de unas poderosas guitarras redondeando un buen
trabajo digno sucesor del que nos ofrecieron en la primera parte de esta obra.
Mariano Palomo
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