(AFM / Avispa)
Los tejanos Helstar vuelven a la carga con nuevo LP tras cuatro años de sequía discográfica. Sus anteriores entregas “The King Of Hell” y sobre todo “Glory Of Chaos” estaban dotados de una notable carga thrahser que ahora en este “This Wicked Nest” se ve algo aligerada dando mayor espacio a melodías clásicamente heavy metaleras pero sin dejar en absoluto registros más duros. Con un James Rivera que va agriando su voz paulatinamente a medida que va avanzando el disco, que comienza rápido y contundente con “Fall Of Dominion” que tras una inquietante arenga megáfono incluido acelera sobre los reiterados redobles de Mickey Lewis, junto a los ataques de guitarra a lo Priest que proponen Larry Barragan y Rob Trevino, resultando perfectamente eficaz para abrir.
Más matices encontramos en “Eternal Black” con un ligero toque thrash en su distorsión de guitarras amortiguado por la aguda voz de Rivera y por unos arreglos discretamente progresivos que balancean entre sonidos tétricos y furiosos, volviendo la velocidad más directa pero sin arrollar en el tema título “This Wicked Nest” marcado por su arrogante estribillo y su buenos desarrollos guitarreros, que se extienden en la ochentera “Soul Cry” que toma un cariz más agresivo y algo angustioso en sus líneas vocales.
Curioso ejercicio instrumental el que nos encontramos en el ecuador del disco con “Isla de las Munecas” (supongo que querrán decir “Muñecas” pero los teclados en inglés no tienen “ñ”) en la que alternan partes melódicas y contundentes con solvencia sonando clásicamente americanos, para a partir de aquí endurecerse notablemente con temas más thrashers como la oscura “Crused” que se alarga en exceso reiterando su densa estructura, o la tremendamente agresiva “Defy The Swarm” con un ritmo machacón de batería mejorado por unas curradas guitarras que acaban por hacerla muy potente pero algo estridente, sobre todo por la voz excesivamente áspera de Rivera.
Mejoran un poco la rítmica aunque algo desganada “It Has Risen”, y algo más la extensa “Magormissabib” de sólida base adornada por interesantes guitarras que aclaran su inquietante sonido, llenando sus dos últimos minutos de evocadora música oriental para relajarnos. Un final tranquilo para un buen disco, notable técnicamente, cuidado compositivamente, pero con algún que otro momento excesivamente denso y agrio para mi gusto.
Mariano Palomo
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