(Peccatum Records)
Así que, como podréis imaginar no
ha sido especialmente sencillo desgranar el contenido de un CD de black metal
que, por otra parte, podría ser de lo más fácil de comentar, sencillamente sigue sin
gustarme el black metal, pero al final el león no me ha parecido tan fiero como
lo pintaban, y he descubierto elementos interesantes dentro de este “Echoes of the Tortured” de Sinsaenum. Un proyecto multinacional con
el bajista, guitarrista y teclista Frederic
Leclercq como único miembro del que tenía alguna referencia por formar
parte de los acelerados powermetaleros británicos Dragonforce, y al que acompañan el batería Joey Jordison (ex Slipknot,
Vimic), el guitarrista francés Stephane
Buriez (Loudblast), su paisano también al bajo Heimoth (Seth) y los vocalistas Atilla Csihar (Mayhem, Sunno) y Sean Zatorosky (Chimaira).
Estos cinco elementos han dado
forma a una obra oscura y terrorífica, pero no tan espesa y pesada como suele
resultarme este estilo tan lejos de mis gustos, aquí podría aplicarse el
chascarrillo de que cuanto más ilegible sea el logo del grupo más bruta y densa
es su música, y en este caso el nombre
del grupo es bastante comprensible dentro de su logo y de una portada bastante tétrica
pero no excesivamente sangrienta ni enrevesada.
El disco está presentado en un
más que correcto digibook de dieciséis páginas incluyendo letras y alguna foto,
desarrollando su contenido en veintiún cortes nada menos, de los que afortunadamente la mitad son
intros breves que dan paso a los temas más desarrollados.
Sonidos guturales y arranques
furiosos aparte, que no me dicen gran cosa, me ha llamado la atención el
trabajo y la técnica que se observa en los elementos instrumentales, con unas
guitarras tremendamente cuidadas y expresivas, con unas melodías de voz
sometidas a la brutalidad de Atilla
y Sean pero sin dejar de ser
bastante entendibles y matizadas, y con una base rítmica disparándose por momentos
para arrollar pero también marcando perfectamente ritmos y tempos creando
inquietantes ambientaciones.
En cuanto a los temas, tras
ponernos en situación con la misteriosa instrumental “Materialization” atacan
de manera brutal con “Splendor and Angry” de pegada arrolladora que se
tranquiliza un poco con un ligero cambio lento que se prolonga en el suave
interludio “Excommunicare”, roto de manera machacona con la cavernosa y
amenazante “Inberted Cross” en al que se
dispara el bombo de la batería de Joey,
redoblándose de forma siniestra seguidamente en la efímera “March” que enlaza
con la destacable “Army of Chaos”, probablemente el corte que más me haya
convencido por su oscura pero limpia propuesta dentro de un sonido más heavy
con un estribillo claro y recordable, con cierto aire a los Lordi más rotundos, salvando las
distancias.
Sigue la tralla después de la
ambiental “Redemption” con “Dead Souls” pesada y densa con partes arrolladoras,
para dar paso luego a “Lullaby” grave y melancólica pieza con recuerdos de caja
de música que precede a la atemperada “Final
Curse” con menos velocidad inicial pero igualmente feroz por momentos con un
técnico y agudo solo de guitarra incidiendo sobre su frenética pegada
recordando a los Dragonforce de Leclercq aunque dentro de un contexto
más oscuro, que se prolonga en la también relajada e inquietante en principio “Condemned
to Suffer” que acelera sobre el doble bombo disparado con una crudeza y
potencia más que notables.
La mística “Ritual” da pie a la
brutal “Sacrifice”, otra de las destacadas por su poderío vocal con un aire
guerrero sombrío y angustioso pero nítido acompañado de buenos detalles de
guitarra, llegando de nuevo a los sonidos de caja de música en “Dammnation” que a modo de interludio con
toques orquestales nos lleva hasta la acelerada y agresiva “Forgotten One”,
bajando de nuevo el ritmo con los melancólicos arreglos de cuerda de “Torment”
antes de llegar a “Anfang Des Albtraumes” tema muy currado de puro death metal
melódico, al menos como yo lo entiendo, con partes abrasivas y punzantes
matizadas por una breve narración en una lengua creo que eslava y que ha sido
elegido como primer single del disco.
Una vez pasada la prácticamente imperceptible
“Mist” llegamos a la recta final con grave oscuridad del aterrador tema título “Echoes
of the Tortured” en la que dentro de su frenético ritmo insertan un limpio solo
de guitarra que arroja algo de luz, para seguir dando protagonismo a las seis
cuerdas en la inquietante y densa “Emptiness” cerrando definitivamente con la
rápida y técnica adornada de buenos matices “Gods of Hell” que bien pudiera
servir como resumen del conjunto del disco. Un disco que sin ser “my cup of tea”
como dirían los ingleses, he de reconocerle su valía y trabajo que seguramente
sabrán apreciar en mayor grado los seguidores del death metal que espero disculpen
mi ignorancia, y que no se acostumbren porque me ha costado lo suyo completar
esta crítica.
Mariano Palomo
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