(Frontiers / Mastertrax)
Hace un par de años Royal Hunt recuperaban su mejor nivel con la vuelta del cantante norteamericano DC Cooper publicando un gran álbum como es “Show Me How To Live”, un disco de apenas siete temas y alrededor de tres cuartos de hora de duración que recogía lo mejor de André Andersen y compañía. Ahora repiten fórmula en cuanto a números de temas y duración con este “A Life To Die For”, que también ha terminado por conquistarme, aunque en un principio echaba en falta algo más de punch e inmediatez en las composiciones. Al final, la clase y el talento tienen que salir a relucir aunque sea a base de reiterar las escuchas para sacarle todo el jugo a los temas.
Seguramente tendrá mucho que ver con esa primera impresión no tan positiva el hecho de que el disco se abra con el tema más largo del mismo “Hell Comes Down From Heaven” que se va casi hasta los diez minutos de duración, con un misterioso inicio prácticamente a modo de intro con piano y orquestación que va creciendo haciéndose más rotunda a lo largo del corte entrando la guitarra de Jonas Larsen, algo tímida para mi gusto, algo de lo que adolece en todo el CD, dejando mayor protagonismo para las teclas omnipresentes de Andersen y para las melodías de voz de Cooper en tono medio recitante hasta que sube rodeada de coros femeninos en segundo plano con ese aire neoclásico y dramático que tan bien maneja.
Mayor protagonismo femenino para el dulce inicio vocal de “A Bullet’s Tale” roto bruscamente por la instrumentación característica de la banda pero sin mantener la velocidad constante, con vaivenes de ritmo con la batería de Allan Sorensen marcando el tempo con precisión junto al pluriempleado bajista Andreas Passmark (W.E.T., Work Of Art), tema correcto pero algo falto de chispa para mi gusto y que sí aparece en los dos siguientes más directos dinámicos.
El primero “Running Out Of Tears” tremendamente melódico con una base y ritmo más hard con el bajo muy presente, sin olvidar los teclados ni la orquestación, pero marcado más por un reiterado estribillo ganador que entra fácil quedándose a la primera. Algo más escondido está en la intensa “One Minute Left To Live” a pesar de lo cual se ha convertido en una de mis favoritas del disco por su ambientación inquietante y su solida pegada sobre la que Cooper desarrolla sus mejores cualidades sin necesidad de alardes pero repuntando con potencia cuando es preciso, acompañado en esta ocasión por la aportación más virtuosa de Larsen que se marca un trabajado solo emboscado entre el mar de teclas de Andersen.
También luce bastante el hacha alargando el final del romántico medio tiempo “Sign Of Yesterday” evocadora y sólida pieza muy bien construida sobre su melodía de teclados orquestados rodeados del halo atormentado tan del gusto del líder del grupo, que tira de vena más pomposa y teatral en el comienzo de “Won’t Trust, Won’t Fear, Won’t Beg” relajada casi de inmediato por unos ritmos tranquilos cortados por golpes de voz líricos encajados entre los repuntes instrumentales que marcan su desarrollo rítmico.
Suben una marcha en el final con el tema título “A Life To Die For” que empieza a medio gas para ir cogiendo ritmo e intensidad con una instrumentación más cruda, con una orquestación menos apabullante dejando más espacio a las guitarras, y por supuesto a la enorme voz de Cooper que acaba en un decrescendo dramatizado casi operístico. Buen final para un buen disco que sin llegar al nivel de su predecesor supone una más que digna continuación, y que podremos disfrutar en directo el próximo mes de marzo por España cuando vengan a presentarlo.
Mariano Palomo
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