(AFM Records)
Todavía con el agradable regusto
de su brillante actuación en el último Leyendas del Rock, nos encontramos con
este álbum de versiones de los alemanes Bonfire.
Un disco en el que se recogen temas clásicos del heavy metal, hard rock y
A.O.R., la mayoría de los ochenta y los setenta, y en el que casi todos los grupos
revisados son iconos de la historia de la música.
Según parece, la idea de Hans Ziller, guitarrista, líder y único
miembro original de la banda a día de hoy, era la de grabar estos temas con
distintos cantantes e incluso de girar con ellos, pero al final la falta de
tiempo ha hecho que haya sido la formación actual de la banda, con un magnífico
Alex Stahl destacando a la voz, la
que haya grabado íntegramente los treinta y dos cortes que conforman este doble
trabajo. Además de Stahl, cumplen y
con nota Frank Pané a la guitarra, Ronnie Parkes al bajo y Tim Breideband, con la ayuda
inestimable de Paul Morris (ex
Rainbow, Ez Livin’) a los teclados.
El resultado final me parece
bastante satisfactorio en su conjunto, la elección de los temas realmente
brillante, la verdad es que la podría haber hecho yo mismo ya que recoge algunos
de mis artistas favoritos, y como siempre habrá a quien le gusten más unas
versiones que otras, unas más fieles, otras más arregladas, pero todas
respetando su estructura original aunque dándole el sonido algo más duro que la
banda tiene en la actualidad.
Comienzan por todo lo alto con la
trilogía mágica de los enormes Toto,
“Africa”, “Hold The Line” y “Rosanna”, llevando los temas a su terreno pero sin
despegarse mucho del sonido original, algo más actualizado y retocado en el
primero, con ligeras variaciones de tonalidades vocales en el segundo, y más
pomposa y germanizada el tercero.
Pasan al hard más clásico para
recordar a Blackmore y sus Rainbow, comenzando por una atemperada “Man
On The Silver Mountain” con destacada presencia de sonidos orgánicos con una
más que digna interpretación vocal de Stahl.
Siguen con el himno “I Surrender” algo flojo en su inicio pero ganando en sus
apasionadas voces y guitarras, que lucen seguidamente para cambiar el comienzo
de la embaucadora “Stone Cold” endureciendo su base pero respetando su
envolvente melodía. También cambia un poco el cabalgante inicio de “Death Alley
Driver” que no es de las que más me haya convencido, creo que le falta un poco
de chicha, de mala leche. Mejor me ha parecido la revisión de “Black Masquerade”
más fiel e intensa, con las guitarras y los teclados vibrando con fuerza con un
buen solo de órgano incluido, aquí Morris
juega con ventaja.
También recuerdan a la banda
matriz, Deep Purple, además en dos
etapas muy distintas, primero con el clasicazo “Child In Time” que les ha
quedado realmente bien, respetando toda su esencia, dramática, sinfónica,
embaucadora, con unos teclados enormes y con un Stahl sobresaliente desgarrándose y susurrando. El otro tema de Purple es de la etapa con Joe Lynn Turner, el aorístico medio
tiempo “King of Dreams” que hacen algo más heavy con una tonalidad vocal
distinta y diferenciada de la original pero respetando su esencia.
Vuelven al A.O.R. para dejarnos
otras tres joyitas de los norteamericanos Survivor.
Comenzando por una descafeinada “Burning Heart”, que aunque respeta su cadencia
y melodía de voces creo que les ha quedado demasiado sosa, ralentizando incluso
su ritmo. Mejora con una actualizada versión del celebérrimo “Eye of the Tiger”
algo light pero con chispa con la voz de Stahl
más aguda que las de Bickler o Jamison. Pero la que mejor les ha
quedado de las tres es una rockerizada “Caught In The Game”, cañera,
contagiosa, embrujadora con esas teclas ochenteras que se meten a la primera
empastando con su tremendo estribillo, sin duda una de las que más me ha
convencido de todo el disco.
Se completa el primer volumen de
esta entrega con otra terna superlativa para honrar a los maravillosos UFO. Con un “Doctor Doctor” ejemplar,
fiel y apasionado, siguiendo al pie de la letra las pautas originales y con la
que me da la impresión de que han disfrutado mucho. Al igual que con las otras
dos, “Lights Out” ligeramente suavizada con la voz nasal subiendo acompañada de
coros rotundos en su estribillo, y “Rock Bottom” crujiendo las guitarras de Ziller y Pané sobre su contagioso ritmo, con un timbre vocal diferente y con
una acertada aportación de teclados.
Para la segunda parte se guardan
también un puñado de buenas covers. Comenzando por tres de la etapa más
brillante de Queensryche que en
general respetan la esencia y cadencia de las mismas, pero sin llegar a
alcanzar el enorme grado de intensidad y pegada de las originales, sobre todo “Jet
City Woman” en la que no se marca la base rítmica con la rotundidad precisa
quedando todo bastante laxo, demasiado suavizado. Algo mejor “Eyes of a
Stranger” muy cuidada en su instrumentación pero sin toda la carga dramática
que en su momento aportó un Geoff Tate
que por aquel entonces estaba en el top 3 de los vocalistas de heavy metal. Finalmente
la revisión de “Silent Luciduty” sí que me resulta más convincente, con mínimos
retoques rítmicos pero con una muy buena melodía.
Si estas tres piezas me dejan un
poco a medias, las tres siguientes son de las que más me han llenado del
trabajo, sorprendente la capacidad de Stahl
para acercar su timbre vocal a la de la gran diva del A.O.R. Robin Beck. Emocionante en la preciosa
y apasionada balada “Tears In The Rain” con un enorme estribillo algo menos desgarrado
que el original pero muy competente además con una magnífica aportación de las
guitarras. No se queda atrás la fina versión del hit ochentero “First Time” adornada
de variaciones melódicas de guitarra, con la base algo más hard y con una
ajustada presencia de teclados. Y rematan la faena con la luminosa “Save Up All
Your Tears” alegre, viva, con la voz más grave y potente para romper en su enorme
estribillo.
Siguen por América para recordar
dos de los pelotazos del inmenso “Double
Eclipse” de Hardline. El mega
éxito “Hot Cherie” con una competente voz muy similar a la de Gioeli pero algo amortiguada por un
colchón de teclados que le resta algo de fuerza, al igual que en el inicio de “Doctor
Love” con unos sonidos sintetizados que no aportan demasiado aunque luego rompe
con pegada destacando sus segundas voces y las guitarras de la pareja de hachas.
Sorprenden a continuación con una
endurecida y alargada adaptación de la poética “Halleujah” de Leonard Cohen que les ha quedado muy
bien, con pasión, melodía e intensidad, dejando unos grandes detalles de
guitarra por encima de su tranquilo piano. Curioso lo de las bandas alemanas
con este tema que también versionan y muy bien los power metaleros Freedom Call.
Hablando de sonidos más metaleros,
también recuerdan a sus paisanos Grave
Digger revisando sus dos himnos más célebres, “Rebelion” donde mantienen su
atmósfera épica y guerrera a base de coreos, con crudos riffs y agudas subidas
vocales pero sin alcanzar la áspera fiereza original de Boltendahl, cambiando también su célebre toque de gaita por un solo
de guitarra de inspiración escocesa que les queda bastante correcto. También
cumple con creces la cover de “Heavy Metal Breakdown” afiladas guitarras, ritmo
marcado y dinámico, estribillo motivante, coreos cuidados, bien.
Para completar las versiones se
suavizan de nuevo con “Love Don’t Lie” y “I Wanna Be Loved” de House of Lords, aunque la primera fuera
Stan Bush el primero que la
popularizó. Ambas bastante fieles, “Love Don’t Lie” quizá más cercana a la del
propio Bush, suave, elegante,
apasionada, con Stahl sorprendiendo
con unos registros realmente dulces pero con mucho cuerpo bien secundado por sus
compañeros. A “I Wanna Be Loved” le dan un toque más pomposo y épico si cabe,
sobre todo por los coros en su estribillo, y con una instrumentación fina y
punzante.
Decía que las versiones, al menos
que yo conozco, se completaban con esas dos últimas comentadas, pero todavía
nos dejan para el final tres temas en alemán que no tenía el gusto conocer y
que mantienen el buen nivel general de todo el disco. La primera “Frei Wie Die
Geier” es un atemperado corte de hard melódico de sólidas guitarras, graves
tonalidades vocales y evocadora ambientación que resulta bastante agradable. Por
su parte “Erinnerung” es más rápida y dinámica, con unos teclados ochenteros
chisposos y unos virtuosos ejercicios de guitarra, rematado por un sinfónico
toque de teclados a lo Uriah Heep,
mientras que “Alt Wie Ein Baum” tiene un aire tradicional festivalero muy
divertido, con una parte lírica entre buenas guitarras y redobles.
Buen cierre para un trabajo
realmente entretenido, variado, bien elaborado y con un excelente gusto a la
hora de elegir los temas a versionar. Sin duda uno de los mejores discos de covers
que me he echado al oído en mucho tiempo, de una banda que me da la sensación
de que tiene todavía mucho que decir.
Mariano Palomo